The Wenatchee Chimera

shinhy_flakes

Jinete Volad@r
Miron
Bakala
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Arte por: Mortifer.um
En las fechas próximas al equinoccio de otoño del año 2012 la línea de emergencias de Omak, Washington recibió una serie de llamadas para reportar lo que a primera vista se percibía como una discusión doméstica en el matrimonio de los Howell. Los vecinos que participaban de los reportes afirmaban que poco a poco la situación subía de tono. Aunque el conflicto parecía haber iniciado horas antes aproximadamente a las 21:45, alcanzó su punto cumbre al rededor de las 23:00 cuando todo se transformó en un disturbio insoportable para los aledaños. Las autoridades locales mostraron inicialmente desinterés por la situación, probablemente debido a que no era la primera vez que esto sucedía. Sin embargo, tras recibir nuevas llamadas que reportaban disparos provenientes de la residencia del condado de Okanogan una patrulla fue enviada a investigar el suceso.
En la ahora transformada escena del crimen se encontraron los cuerpos de Candy y Roland Howell de 38 y 42 años respectivamente. El informe del forense determinaría que el caso consistía en un homicidio-suicidio perpetuado por la esposa, la cual estaba en estado de intoxicación por la ingesta de alguna extraña sustancia en el momento del ataque. Pero aquella historia no se convertiría en el meollo del asunto. Con el inicio de las investigaciones pertinentes para establecer el motivo del asesinato fueron recolectados diversos testimonios entre los cuales relució el gran conocimiento sobre el deterioro mental por el cual estaba pasando la señora Howell en los últimos meses. Existían distintos reportes que sustentaban dichas afirmaciones, ella había sido ingresada en el hospital Mid Valley en al menos tres ocasiones gracias a graves ataques de pánico, siempre asociados a un posible brote psicótico. La especulación de la mayoría, incluida la de los mismos investigadores, planteaba un escenario en el cual todo aquel caos había sido desatado por un episodio de psicosis.
Algunos testimonios confirmaban que ella había pasado los últimos meses en un estado agravado de ansiedad causado por un robo en la residencia Howell a finales de 2011. Roland se encontraba en un viaje de negocios en la ciudad de Seattle, por lo que la señora Howell estuvo sola durante el siniestro. En su llamada a emergencias aseguró que un demonio había ingresado a la casa, cuando la policía investigó registró indicios de un allanamiento forzado, y un ataque a la propietaria. Sin embargo, debido al estado de shock la descripción del invasor fue atribuida a una alucinación creada como mecanismo de defensa. Candy Howell interpretó tal suceso como el acoso de una entidad maligna, que le buscaba para causarle daño. Ello la había llevado a distanciarse de su marido y de su hogar, en el cual, según sus propias palabras "ya no hallaba seguridad". Decidió autoexiliarse en un pueblo cercano a Entiat, lugar en el cual contaban con una pequeña propiedad rural junto al Okanogan-Wenatchee National Forest. Ello resultó ser extraño, aquellos rumbos eran bien conocidos por ser una zona poco segura, siendo un lugar donde las desapariciones y los ataques de animales salvajes estaban a la orden del día, por lo que no encajaba haber usado dicha localidad como refugio.
Cuando fue inspeccionada la propiedad de Entiat, a tan solo hora y media en coche de su residencia urbana, fue encontrado un diario perteneciente a la señora Howell, el cual se convertiría en pista crucial para resolver diversas desapariciones que habían sucedido en el transcurso del ultimo año. El diario describía distintos sucesos de tinte onírico e irreal, que en primera instancia fueron atribuidos a los relatos de sus delirios, método probablemente sugerido por alguno de sus psiquiatras como terapia para discernir entre sus fantasías y la realidad. Pero todos, desde los conocidos mas cercanos hasta los detectives quedaron perplejos cuando uno de los capítulos de su diario titulado: "Ofrendas", salió a la luz. A diferencia de sus otros escritos medianamente "normales" en aquel pasaje detallaba los pasos para realizar una especie de sacrificio humano.
Se hallaron por lo menos cinco cuerpos humanos de edades y género diverso sepultados en el jardín trasero, así mismo, en el interior fueron descubiertos restos de por lo menos doce individuos más, tal como la mujer afirmaba en sus escritos. Los cadáveres decapitados y en algunos casos seccionados en piezas estaban enterrados en fosas poco profundas con la característica de tener las entrañas expuestas. Un dato que llamó la atención fue la ausencia de carroñeros y agentes descomponedores en los cuerpos, no habían ratas royendo la carne, ni aves de rapiña, siquiera moscas devorando lentamente lo que sin duda era un festín de carne podrida, pero no parecía haber una explicación lógica razonable para dicho fenómeno. Eran condiciones diferentes a los restos encontrados en la casa. Los trozos de carne parecían nidos de gusanos infestados por las alimañas que se retorcían en el interior, las heces de los roedores abundaban en los contenedores donde había guardado la carne sobrante y por si fuera poco los recipientes rellenos con dedos remojados en agua sangre estaban plagados de hongos.
¿Que había pasado exactamente en el rancho de los Howell? Según los relatos de la autora, consistían en una ofrenda para una bestia a la cual llamó y describió como una quimera. Algunas páginas de su libro estaban completamente llenas de dibujos de aquel ser hechos con tinta. Afirmaba hacerlo en un intento de protegerse y salvar las vidas de quienes habitaban en los alrededores, pues de no completarse la tarea, alguien más pagaría el precio. Pronto todo ello se convirtió en un manjar para la prensa, la cual esparció los rumores de dicha criatura por todo el condado de Chelan. Muchos de los lugareños aseguraron que la mujer realmente estaba loca, mientras que otros afirmaban que todo era real, incluso atestiguaban haber tenido encuentros con un ser similar al que ella había retratado, las opiniones estaban divididas, algunos catalogaban a la Quimera como un espíritu del bosque que protegía el lugar de la invasión humana, y otros contaban con suma certeza que se trataba de un ser demoníaco similar a un Wendigo, un devorador de humanos con la capacidad de arrastrar personas a la locura.


Para conocer con exactitud lo que sucedió con los cuerpos, solo hizo falta revisar las anotaciones del libro escrito por la señora Howell. Algunos pasajes puntualizaba el origen de las victimas usadas en el extraño ritual. En su mayoría se trataba de habitantes de la calle provenientes de una zona popular para los vagabundos de los cuales jamás existió una denuncia acerca de su desaparición, el otro porcentaje estaba compuesto por niños pequeños que no superaban los doce años, presas fáciles de atraer a la propiedad, y finalmente el porcentaje restante correspondía a ancianos. Victimas "sencillas" en general.
Lo descrito en su diario relataba como tras ser forzada por la influencia de la Quimera a capturar a dichas personas y transportarlas a su domicilio procedía a encerrarlas dentro de una pequeña trampilla subterránea en el cobertizo, dicha cavidad solo podía ser abierta desde fuera y era tan estrecha que a duras penas entraba una persona adulta. Sus victimas pasaban sus últimos días encerrados allí, probablemente con las extremidades tan agarrotadas que moverse resultaría en una tortura, sin agua o alimento, percibiendo el fuerte olor de la carne descompuesta, aguardando a la muerte por inanición entre los bichos de tierra que se colaban por la rendija, para incrementar el suplicio el oxigeno era escaso. Ella lo describía como: "ofrecerles en mente a la bestia" y así iniciar su preparación, quizá alucinaba y les veía como auténticos mártires expiatorios, los cuales debían cumplir con un propósito en su retorcida liturgia, o simplemente era una loca que encontraba satisfacción en la tortura que implicaba una muerte lenta.
Una vez se aseguraba de que el individuo estuviese muerto, tanto en cuerpo como en alma, iniciaba la preparación como si se tratase de un plato de festividad. Retiraba las cabezas, uñas y huesillos que pudiesen resultar "desagradables" para la criatura, así mismo, afirmaba guardar tales piezas en el cobertizo con el fin de deshacerse de ellas, semi enterrándolas en la misma trampilla donde encerraba a sus victimas. El ritual culminaba cuando después de una ardua semana de preparación la bestia aparecía dispuesta a devorar las vísceras medio descompuestas de los cadáveres. Si todo había salido bien, el animal engullía la mayor parte del cuerpo para tragarlo y después desaparecer llevándose a rastras lo que no había consumido, por el contrario, si no era un plato apetecible daba varias arcadas para vomitar lo ingerido dejando una maza viscosa de carne en el suelo procediendo a buscar otro tipo de comida en los alrededores, Candy aseveraba haberle visto atraer personas al bosque con el fin de saciar su hambre. Aunque la policía de Chelan en conjunto con el condado de Okanogan buscó en los alrededores de ambos condados realizando numerosas excavaciones en la zona nunca fue confirmado el hallazgo algún cuerpo relacionados a los crímenes en Entiat.
Con las evidencias y declaraciones de la señora Howell los casos se dieron por cerrados, los investigadores determinaron que todo había sido una ola de asesinatos en serie, desatados por un brote psicótico. El homicidio de Roland también fue calificado como un incidente impulsado por aquella inestabilidad. Muchos especularon que la Quimera de Wenatchee podría tratarse de algún simple animal salvaje cuya imagen había sido tergiversada por la mente enferma de la mujer. Durante un tiempo se generó una histeria colectiva entre algunos habitantes de Entiat, quienes reportaron más avistamientos de la Quimera de Wenatchee. En el transcurso de otoño del 2013, un año después de lo sucedido. Algunos reportes concordaron con la profanación de algunas tumbas en el cementerio local, incluida la de Candy Howell, tal suceso fue atribuido a vandalismo, aún así, el informe de las condiciones en las cuales se encontraron los restos mortificados de la mujer nunca fueron revelados.


El caso acabó transformándose en una leyenda popular y en una atracción para los fanáticos del misterio, cautivados por el morbo de semejante historia. Entre ellos destacó "D. Nash", un aficionado a lo paranormal oriundo de Olympia, quien permaneció una semana en los alrededores tratando de obtener grabaciones de la propiedad actualmente clausurada, aunque tenía pensado permanecer un mes en Okanogan-Wenatchee abandonó el proyecto con anterioridad, al afirmar en sus entradas de blog que la criatura era completamente real y que aún asechaba la zona. En dos oportunidades describió escucharlo en medio de la noche en las cercanías al rancho Howell, relató que "jadeaba como un perro rabioso y siseaba como reptil", incluso aseguró que la quimera tenía la habilidad de carcajearse. Las entradas con respecto al monstruo de Wenatchee finalizaron con un pequeño blog en el cual atestiguaba haberle visto en la ruta número dos, en las cercanías a Wellington, mientras corría frente al vehículo llevando lo que parecía un cuerpo a medio engullir el cual estaba colgando de las mandíbulas para acto seguido desaparecer en la lejanía, perdiéndose en la maleza.