Dieron las seis de la mañana y el sol ya estaba iluminando la ventana del cuarto de Abril. Ella levantó la cabeza de mal humor, sin ganas de comenzar otro día de clases. Se recostó nuevamente y permaneció allí tumbada con el rostro sobre su almohada. En ese momento alguien abrió la puerta de su habitación.
—Amor, levántate, debes ir a la escuela —Dijo su madre entreabriendo la puerta.
Ella levantó nuevamente la cabeza con rapidez, saltó de su cama y comenzó a prepararse para ir a la escuela. Se puso una camiseta de color rosa, unos jeans de un color celeste muy bonito y unas zapatillas blancas. Se observó en su gran espejo mientras acomodaba su cabello negro y rizado. Se observó de arriba a abajo. El espejo tenía la altura exacta de su misma figura.
“Es lo mejor que puedo dar” pensó. Se alejó del espejo, tomó su mochila y salió de su habitación. Abril Aldridge, una chica común, la joven que no necesitaba llamar la atención de los demás, la que solo le importaba su propio pensamiento, la que nunca tuvo muchos amigos, la que nunca pretendía ser algo que no era, aquella a la cual, esa misma mañana, no le importaba absolutamente nada.
Bajó las escaleras y entró a la cocina, desayunó como hacía todas las mañanas. Se despidió de sus padres y salió camino hacia su escuela. El día estaba cálido y algo nevaba levemente. La calle estaba vacía, y cubierta de nieve helada, junto con un silencio relajante, a Abril le hacía bien eso. Caminó lentamente, fanfarroneando, con las manos en los bolsillos, pisando las hojas secas que caían de los árboles. Su mente estaba distorsionada, no podía pensar en nada, se sentía extraña. Todo empezó a parecerle extraño, sintió una sensación de advertencia. Algo estaba por pasar, algo se acercaba… Pero no sabía qué.
Estaba a una cuadra de la escuela, realmente no le era cómodo ir a ese lugar donde los demás deciden lo que eres, donde no te respetan y te humillan… solo porque eres diferente. Todos los demás jóvenes hablaban entre ellos, otros reían, etc. Cerca de la puerta, se encontraban Emily y Jessica… sus amigas de toda la vida, las cuales al recibirlas, Abril las saluda con un frío abrazo.
Al entrar al edificio, Emily no dejó de hablar sobre los planes para tirar abajo a Alice. Alice era la chica más popular. La reina de la escuela. La chica que todos los varones querían. Abril y Alice, habían sido mejores amigas, pero al pasar por ciertas discusiones, llegaron a ser rivales a muerte. Pero Abril, comprendió con el tiempo que, la rivalidad no la llevaría a nada y decidió tomar las cosas como una adolescente madura y olvidarse de ella. Sin embargo, continuaba embargada por la misma sensación hacia lo próximo que vendría, y que cada vez era más fuerte. El silencio de Abril asustó a las jóvenes, intercambiaron miradas por su comportamiento tan extraño. Entonces, decidieron tomarla de ambos brazos y arrastrarla hasta el baño de damas. La pusieron contra una pared y Emily le pregunta:
—¿Qué sucede contigo, Abril?
—Sí, Abril. Siempre llegas a la escuela con una agradable sonrisa y dices “Chicas, hay que divertirse”. —dijo Jessica acercándose a ella.
—Además, siempre nos preparábamos para molestar a Alice, y ahora… arruinas todo… Dice Emily sarcásticamente.
—Chicas, estoy bien. Solo que, hoy quiero estar tranquila, ¿está bien?
En ese preciso instante, Abril salió del baño dejando atónitas a sus dos compañeras, aun sin entender, salen detrás de ella. Las tres muchachas continuaron caminando y entraron a la sala de literatura. Ambas se sentaron mientras el profesor saludaba a todos, en ese instante, Emily se le acercó y le susurró:
—Oye, Abril, ¿hablaste con Brandon?
—¿Qué...? No, Brandon es un idiota. Además, ahora sale con otra chica —Le respondió Abril mientras se cruzó de brazos.
Emily se quedó en silencio mientras Jessica la miraba con la boca abierta. Duramente la clase Abril estuvo pensativa, casi no prestó atención en clase. La sensación seguía acorralándola, sentía un escalofrío tras otro por todo su cuerpo. Estaba totalmente aterrada, nunca había pasado por eso, sintió falta de aire en ella. Trató de respirar un poco más profundo, su corazón lentamente comenzó a agitarse. En ese momento entró la directora, pero no venía sola, venía con alguien… Un muchacho. "Seguramente era nuevo", se dijo Abril. Le llamó la atención mucho su figura. De una simple altura, con una mirada de seriedad absoluta. Tenía el cabello dorado como el brillante sol, y sus ojos eran negros… Como la noche, como la misma oscuridad.
Abril observó más al muchacho, llevaba puesta una simple camiseta negra y unos jeans ajustados. La directora le señaló un asiento y él tranquilamente se sentó. Abril sintió un dolor muy fuerte en su pecho, el pulso de su corazón comenzó a acelerarse, la sensación estaba aumentando sacándole el aire. Emily y Jessica la observaron extrañadas:
—¿Te sientes bien? —Le susurró Jessica.
—Sí… sí, estoy bien —Le respondió Abril mientras recuperaba el aire.
La clase continúo y Abril no pudo sacarle la mirada a ese joven. Era tan extraño, no había dicho nada en toda la hora de literatura, permaneció callado de tal manera que parecía ser de cera. En un momento, él la descubrió mirándole y Abril rápidamente desvió su mirada. Se terminó la clase y todos salieron. Abril y Emily salieron al patio de la escuela mientras Jessica salió corriendo para otro lado inesperadamente:
—¿Qué habrá ido a hacer, Jessica? —Preguntó Emily mientras se sentaba en el suelo junto con Abril.
—No lo sé… No me interesa ahora…
—¿Sabes Abril Aldridge? Estás muy extraña hoy. Te ves algo… aburrida. ¿Puedes decirme de una buena vez que te sucede? —Le preguntó Emily mientras abría un paquete de patatas.
—Nada, estoy bien, de verdad Emily, solo que… me cansé de ver siempre a la misma gente todos los días. Me refiero a que me gustaría ver cosas nuevas… Tener nuevas aventuras —Le respondió Abril mientras Emily comía una patata.
Ambas jóvenes permanecieron en silencio. Abril estaba preocupada por el comportamiento del chico nuevo.
—¡Hola! —Dijo Jessica alegremente mientras se sentaba de golpe en el suelo.
—Hablando de extraño, ¿a dónde fuiste? —Le preguntó Emily con una mirada de impaciencia.
—Fui investigar algo… —Respondió Jessica con una sonrisa pícara.
—¿Enserio? ¿Y sobre qué fue? —Preguntó Abril sarcásticamente mientras tomaba un sorbo de agua.
—Sobre el chico nuevo —Respondió Jessica, y Abril se atragantó con agua. Mientras se recupera, Emily la miró con una mirada de asombro.
—¿El nuevo? —Preguntó Abril con voz ahogada.
—Lo que escuchaste. Se llama Aaron, no pude averiguar bien su apellido. La cosa es que, nadie sabe nada sobre él. Apareció así de la nada…
—¿No saben nada de él? —Preguntó Emily.
—No. Acabo de verlo. ¿Y adivinen con quién lo vi hablar?
—¡Dios...! Como quisiera que la tierra se tragara a Alice para siempre —Dijo Emily moviendo las manos con gracia.
—¿No notaron algo extraño en él? —Pregunto Abril seriamente— Nunca había visto un chico tan... calmado…
—¿Y si le hacemos una broma a…?
—No, Emily. Olvídalo. Es extremadamente tonto. ¿Para qué preocuparnos por un tonto que no vale nada? Dejen que Alice se aproveche de él —Dijo Abril interrumpiendo a Emily mientras ellas la miraban asombradas.
En ese momento las tres jóvenes quedaron en un eterno silencio. La mañana se hizo eterna, ninguna de las tres pudo abrir una conversación. Abril quedó atareada, se sentía sola y vacía, sentía una cierta culpa por haber tratado mal a sus amigas de toda la vida. Pobre Emily… Pobre Jessica. Sus más grandes amigas, las que en todo momento estaban, las que siempre le aconsejaban. Abril y ellas siempre fueron inseparables. Y ahora por culpa de una sucia sensación de soledad, las estaba dejando de lado. Todos los momentos lindos que ella había pasado con Jessica y Emily, pasaron por su cabeza. Cuando jugaban en el barro mojado a los cuatro años. Esa vez que se colaron en un entrenamiento de fútbol de la escuela solo para ver a los chicos que a ellas le gustaban. Y ahora solo había silencio. Un silencio indestructible.
Finalmente llegó el final del día escolar y ambas jóvenes ya salieron del edificio estudiantil. Abril las detuvo y les dijo:
—Chicas, perdónenme por mi comportamiento, no dormí muy bien anoche…
—No te preocupes, a todos les pasa –Dijo Emily mientras Jessica le dedicó una sonrisa.
—¿Tomas el mismo camino, Jessy? —Le preguntó Abril a Jessica.
—Claro…
—Nos vemos mañana, chicas —Les dijo Emily saludando con una mano mientras se va.
Abril y Jessica se fueron del otro lado del camino tomadas del brazo. Continuaron hablando de todo tipo de cosas que las amigas hablan. Belleza, moda, lugares de viaje, etc. Jessica vivía a dos calles de la casa de Abril. Solían tomar el camino juntas, salvo cuando Jessica le tocaba ir a casa de su abuela para cuidarla. Mientras seguían hablando, estaba a unas calles de llegar, hasta que justo se nombró el nombre “Aaron”, Jessica se acordó de algo interesante que había visto sobre él:
—¿Adivina qué noté en el chico nuevo? —Preguntó de repente Jessica.
—¿Qué?
—En la clase de Física, lo pillé mirándote…
—Espera… ¿Mirándome? ¿A mí? —Preguntó Abril subiendo su tono de voz.
—¿Y a quién quieres que mire? Seguro le gustas —Dijo Jessica mostrando una sonrisa pícara. Abril la observó con una mirada de franqueza.
—Jessica, continua soñando mientras yo vivo la realidad…
—¿Y tú qué sabes? —Preguntó Jessica deteniéndose— No toda la vida vas a ser rechazada por los chicos. Alguno se va a fijar en ti, y no va a poder resistirse… —Dijo ella mientras se acercaba a la puerta de su casa.
—¿Cómo lo hizo Brandon? Hasta mañana, Jessy…
Se despidieron y Abril continuó caminando hasta su casa. De nuevo, lentamente y con la mano en los bolsillos. Mirando el cielo gris, sintiendo el vacío regresar a ella. Un viento frío la azotó y decidió apresurar el paso. Llegó a casa y todo estaba a igual, sus padres aún no habían vuelto del trabajo. "Como siempre", se dijo. Subió a su cuarto, y se tiró sobre la cama, ya relaja de haber podido soportar un día más en la escuela. Descansó unos segundos, mirando el techo, pero continuaba haciéndose la misma pregunta… Pero no recordaba cuál.
Salió de su habitación y bajó las escaleras, caminó hasta la sala de estar. Tomó su mochila, sacó de ella su cuaderno de notas y repasó para el examen del próximo viernes. El día se estaba convirtiendo en noche y comenzó a hacer frío. Al terminar de estudiar, prendió la chimenea y permaneció frente a ella sentada en suelo, tratando de recuperar el calor. Pero fue extraño, parecía imposible. Sentía escalofríos helados por todo su alrededor. La sombría sensación regresó a ella. Algo pasó por su mente. Esa figura, esa figura de cabello dorado y ojos como la noche, esa figura llamada “Aaron”. Recordó ese instante en que lo vio, y a ella casi se le salía el corazón. Era tan extraño, al ser tan pasivo y totalmente misterioso. Admitió que ese joven permaneció en su mente todo el día, explicando su comportamiento distante, solo porque ese joven estaba atormentando su mente.
En ese momento, comenzó a sentir calor, cuando más lo imaginaba… más aumentaba el calor. Hasta que un par de voces destruyen la ensoñación. Eran sus padres llegados del trabajo. Su madre entró a la sala de estar mientras pregunta:
—¿Cómo empezaste la semana, Abril?
—Hola mamá. —Dijo Abril, sin que ella lo notase. Su rostro estaba rojo y su cuerpo cubierto de sudor.
—¿Abril, estás bien? ¿Por qué estás toda transpirada? —Preguntó su madre limpiando el sudor de su rostro con su mano.
—Si, estaba… Frente a la chimenea y…
—Siempre haces lo mismo. Un día de estos, te quemarás viva si continuas haciendo eso… —Dijo su padre sarcásticamente.
Esa noche la familia Aldridge cenó de forma tranquila. Abril miró de reojo a su padre y a su madre mientras ellos hablaban, quería hablar, pero no le salían las palabras. Seguía atrapada en esa sensación de escalofrío hacia la figura de ese muchacho. Terminó de cenar, y en silencio se levantó y se fue a su dormitorio, todavía tenía esa imagen en su mente dormida. Se sentó en el asiento interior que había al pie de la ventana, observó cómo los copos de nieves caían y el cielo cubierto de nubes. Deseó ver aunque sea una estrella brillar ante ella, junto con la blanca luna. En ese momento, el crepúsculo regresó, al devolver el recuerdo de esos ojos negros, tan enojados y oscuros. Sentir el calor, al recuerdo de ese cabello como el sol dorado.
Se imaginó estar en un mar caribeño, hasta que esos ojos, se llevaron la luz brillante del sol, ahogándolo con la oscuridad de su color. Sosteniéndola entre sus brazos, observándola con sus ojos sombríos. “En la clase de Física, lo pillé mirándote” había dicho Jessica. ¿Era cierto? ¿Él se fijo en ella? Para Abril y sus amigas, que sucediera eso, era suficiente como para darse cuenta de que le interesaba. Pero ella, no se sintió satisfecha, quería que sucediera… algo más.
Se alejó de la ventana, y se acercó a su espejo pegado a la pared cerca de su armario, era perfecto al tener la altura exacta de su cuerpo entero. Observó sus ojos marrones, estaban tiernos y cansados. Echó un vistazo a su cabello negro, enrulado y algo despeinado. Sintió el cuerpo agotado y su piel estaba helada por el frío. Por un instante, la pregunta que buscaba estaba frente a sus ojos. ¿Realmente Aaron, se fijaría en todo eso que Abril veía en el espejo? "No lo creo", se respondió. Tal vez sería la primera y última vez que se fijaría en ella. Era mejor no hacerse ilusiones antes de que pudiera romper su corazón en menos de lo que canta un gallo.
Un sueño pesado comenzó a caer en ella, era tiempo de irse a dormir. Se puso su camisón blanco, y se acostó en su cama. Puso la mirada hacia la ventana, no había dejado de nevar en toda la noche. Puso sus frazadas más cerca de su cuello, ya que el frío invadía la habitación. El agotamiento se centró en sus ojos, comenzó a sentir algo de calor al estar tapada en la cama. Eso la relajaba, llevándola a volar entre los sueños y la noche. Rápidamente, Abril se quedó dormida.
Aaron estaba sentado bajo el viejo roble del bosque… Teniendo a su alrededor la fría nieve. Pero a él no le hacía daño… Ya que él no era humano. Permaneció ahí hasta que anochezció. El día fue bastante agitado. Estaba realmente exhausto y admitía… que estaba sediento. Necesitaba adormecer su sed. Pero tenía que ser de una forma, en la que no llamara tanto la atención. Pero eso no era importante en ese momento. Lo importante era la misión que habían puesto en él, “Las criaturas de la noche”. Su misión era encontrar la futura víctima de un siniestro y poderoso enemigo. “Tengo que encontrarla… antes de que sea demasiado tarde” pensó. Trató de buscarla con la mente. Pero algo obstruyó su mente. Era ella, la que tenía una mente de aguas pacíficas. Una criatura tan extraordinaria. El momento en que el entró al aula, y lo primero que vio fueron esos ojos… Esos ojos marrones. Brillaban como joyas, era increíble. Y su cabello negro como la oscuridad. Era hermosa, no pudo dejar de verla. "No, basta", se dijo. No podía distraerse en un momento como ese, tenía que cumplir una misión. Pero era imposible, había tomado su mente por completo. Su conciencia lo llevaba hacía ella con mucha desesperación, la excitación era muy fuerte, su cuerpo le rogaba que estuviera cerca de ella a toda costa.
Comenzó a nevar, estaba desconcertado. Nada puede provocarte un deseo de esa forma… Mucho menos una chica. Aaron nunca antes se había enamorado. Nunca había sentido esa fuerza que sientes en ti mismo a ver la persona que amas, al sentir el pulso acelerado de tu corazón, al querer estar cerca de ella. Sentir un nudo en el estómago mientras millones de mariposas tratan de desenredarlo. Pero Aaron no tenía mariposas en el estómago en ese momento… Sino murciélagos. Su corazón no tenía un pulso acelerado, realmente… Aaron no tenia corazón. No era cualquier persona, era un peligro. Para la joven podía ser su peor pesadilla y ella todavía no lo sabía. Pero de todas formas, quería estar con ella. Pero no estaba enamorado. No podía hacerse ilusiones, no ahora. Sin embargo, eran diferentes, y ella nunca se fijaría en él.
Recordó cuando ella descubrió que la estaba mirando. Casi iba a enloquecer. Ah, Dios, iba a enloquecer, mientras lo pensaba sonreía. Le gustaría poder ir a su casa, y verla, por un momento. Se levantó del suelo y caminó por entre los árboles. Algo le llamó la atención, buscó con la mente. Una oleada de fuerza sobrenatural por todo el bosque. Alguien lo estaba vigilando. Era una mente, perversa y fría. Buscó el latir de su corazón… Pero no podía escuchar nada. El olfato fue más fuerte en ese momento. Ese aroma, era un aroma tan extraño. Era una mezcla de whisky con menta. Totalmente nauseabundo. Era la misma carne, el mismo poder, la misma fuerza. Pero no del todo, esta mente era más poderosa. Sintió su respiración. Era profunda y salvaje. Lo había estado vigilando desde el principio. Buscó por todo el bosque, pero no con la mente… Él mismo en persona.
Su rapidez, otras de su sobrenaturalidad, lo ayudó. Parecía que se burlaba de él, donde permanecía esa mente misteriosa, desaparecía. Buscó y buscó… y no logró encontrar nada. Sintió una risa malvada. Pudo escuchar un zumbar en sus oídos. “No puedes encontrarme” dijo una voz espectral en su mente. No era Aaron, o su propia consciencia. Era él. Lo había notado. Pero se detuvo. "No caeré en su trampa", susurró. Trató de relajarse. La sed se volvió más fuerte en ese momento. Ya no podía soportar ese dolor. Sus venas estaban vacías. Necesitaba alimentarse. Los copos de nieve caían espumosos en ese momento. Entonces, decidió olvidarlo. Sentía que la mañana se acercaba. Caminó rápidamente por el bosque hasta llegar a la ciudad. Tenía que apresurarse… antes de que sea demasiado tarde.
La mañana parecía calmada, pero una fría brisa acarició la suave mejilla de Abril, levantó la cabeza, ya era de día. Al salir de la cama, una oleada de frío hizo que se retorciera, como si hubiera sentido un escalofrío. Nunca antes había hecho tanto frío. Abril bajó las escaleras y entró a la cocina, su madre estaba preparando el desayuno mientras su padre estaba sentado leyendo el diario.
—Buenos días, corazón —Dijo su madre saludándola con una sonrisa muy agradable.
—Abril, ¿podrías encender el televisor? —Preguntó su padre mientras ella obedecía.
—Querida, quiero que hoy vayas bien abrigada a la escuela, ¿de acuerdo? —Dicjo su madre mientras le servía café Siempre vas con poca ropa. Eso ya me molesta.
Se sentó delante de la mesa y desayunó mientras miraba la televisión, en las noticias mostraban una noticia misteriosa, una persona de identidad desconocida había sido atacada y asesinada por un animal, se sospecha que probablemente fuese un animal salvaje. Abril miró fijamente la televisión, su madre desesperada dijo que tuviera cuidado al salir hoy a la calle camino a la escuela, pero eso a Abril no le importaba, le importaba saber qué fue el que cometió ese horrible crimen.
La fatal sensación regresó a ella, y eso espantó a Abril. Terminó de desayunar y subió a su cuarto a prepararse para un día más de escuela. Su madre la llamó desde la escalera. Se estaba retrasando demasiado. Bajó a saltos las escaleras. Salió de su casa camino hacia la escuela, pero se detuvo. Sintió que algo… la vigilaba. El deseo de gritarle se transformó en miedo. Discretamente, observó a su alrededor, procurada de ser descubierta. La sensación regresó a ella, el viento azotó su rostro. Permaneció quieta. Podía sentirlo… Podía sentir que la vigilaba. Que la observaba con una mirada de sombría pasión. Una mirada de deseo. Una mirada de asesina obsesión. La inmovilidad desapareció. Y caminó a toda prisa hacia la escuela.
Llegó a la escuela y no encontró a Jessica ni Emily en la entrada, entró a la escuela mirando todas las caras con las que se encontró ahí, pero no veía a ninguna de ellas. Ninguna joven tenía los brillantes ojos verdes de Emily, o el despeinado cabello dorado de Jessica. Revisó su horario. En minutos comenzaba la clase de psicología. Corrió hacia su casillero para tomar sus libros. Al cerrar la puerta, se sobresaltó al ver esa figura que tenía su débil mente como prisionera desde que lo vio entrar en la clase de literatura. Su corazón se apresuró su latir. Lo observó por un buen tiempo, vio que esos ojos oscuros la observaban, él abrió la boca lentamente y dijo: "Hola". Su voz era relajada y algo culta. Abril estaba a punto de hablar, con su forma de voz infantil que se le suele escapar cuando habla con un chico… Pero tomó aire y trató de calmarse.
—¿Te puedo ayudar en algo? —Lo miró con una mirada fría. En ese momento Abril estaba completamente congelada.
—Tú eres Abril, ¿verdad...? Abril Aldridge…
—¿Acaso conoces alguna otra chica que se llame así? —Preguntó ella sarcásticamente de mal humor. Él tarareó una carcajada mientras sonreía.
—Muy… graciosa… —Dijo él sonriendo.
Abril sin importarle se dio media vuelta y caminó tranquilamente por el pasillo. Pero Aaron decidió hacerle compañía.
—¿Podrías parar de seguirme?
—¿Te molesta?
—Aunque no lo creas, es muy normal que a las personas les moleste la compañía de otras personas…
—Solamente estoy caminando contigo, ¿qué tiene de malo eso? —Preguntó él sarcásticamente.
—Tiene de malo porque, eres un niño totalmente extraño que solo se junta con gentuza que no suele tener el cerebro bien desarrollado como para… pensar. Y sería demasiado inmaduro hablar con personas como tu así que… Aléjate, lo más que puedas de mi —Dijo Abril con toda su furia guardada adentro de ella.
Él quedó boquiabierto. Observándola asombrado con esos ojos negros. Ambos jóvenes se miraron fijamente por un tiempo en silencio. Sentía no poder despegar su mirada. Parecía tan real. Él la observaba con esos ojos de oscuridad. Llevándola a lo más profundo de la perdición. En ese mismo instante, él extendió su pálida mano hacia el rostro de Abril. Cada vez más cerca. Queriendo sentir la suave piel de su mejilla, pero una voz la detuvo:
—Abril… —Dijo una voz oscura y cansada sobre el hombro derecho de Abril. Aaron alejó lentamente la mano.
—¿Qué es lo que quieres, Brandon? —Preguntó Abril con la misma frialdad en su voz. Aaron sin decir nada, en silencio se fue.
—¿Puedo hablar contigo? —Le preguntó Brandon poniéndose al frente de ella.
—¿Qué quieres? —Dijo Abril cruzándose de brazos.
—Mira… Yo sé que tuvimos problemas en la relación por…
—Por ella…
—Bueno, sí… pero... —Dijo Brandon mirándola fijamente a los ojos— Estuvo mal, lo sé. Y quiero que me perdones y podamos retomar todo desde el comienzo…
—Brandon… —Abril se acercó a él y toma su rostro con sus dos manos.
—Yo sé lo mucho que me quieres… Pero… Ya sufrí mucho por ti y ya no quiero sufrir…
Abril alejó sus manos lentamente de él y continuó caminando por el pasillo. Sin importarle nada. Sin importarle Brandon. Abril nunca había hecho eso en toda su vida. Nunca había sido tan fría. Nunca había congelado su corazón con tanta oscuridad. Estaba creciendo, la madurez comenzaba a controlar su mente. Y eso fue bueno para ella. Pero la situación que acaba de pasar, fue demasiado embarazosa. ¿Cómo podía acercarse a ella inesperadamente? ¿Tendría algo que ver con lo que le había dicho Jessica el día anterior? ¿Jessica tendría razón a lo que había visto? Eso le había dado mucho que pensar a Abril. Durante la mañana pensó en eso, y no había visto a Jessica y a Emily en ningún momento. Había rechazado a dos jóvenes en un día. "Un récord para mí", se dijo.
Vio Aaron un par de veces durante las clases, y en una de ellas le descubrió mirándola. Fue extraño el momento en cómo quiso acercar su pálida mano al rostro de Abril, la había mirado con una mirada irreconocible, sus ojos mostraban desesperación, un deseo por algo. Y claro que ese algo sería… Un momento, Abril despertó a la realidad, será cierto. Aaron está interesado por... “Claro que no” pensó. Es cierto, sería una tontería… Demasiado.
El día escolar había terminado. Abril caminó hasta la puerta de la escuela. Y vio algo que la sobresaltó. Salió lentamente. Estaba ahí, apoyado sobre un gran árbol, esperando. ¿Pero qué? Lo observó de arriba a abajo. Por un lado, estaban sus amigas. Sonriéndole divertidas. Haciéndole señas para que se acercara. Pero Abril no se sentía muy segura. Después de la situación de frialdad, no creía seguro acercarse después de ser tan dura como una piedra. Pero no tenía otra opción. ¿Cómo podría pasar cerca de él como si nada? Y Jessica y Emily harían cualquier berrinche por esa razón. Caminó lentamente hacia él, tomando aire con profundidad.
—Amor, levántate, debes ir a la escuela —Dijo su madre entreabriendo la puerta.
Ella levantó nuevamente la cabeza con rapidez, saltó de su cama y comenzó a prepararse para ir a la escuela. Se puso una camiseta de color rosa, unos jeans de un color celeste muy bonito y unas zapatillas blancas. Se observó en su gran espejo mientras acomodaba su cabello negro y rizado. Se observó de arriba a abajo. El espejo tenía la altura exacta de su misma figura.
“Es lo mejor que puedo dar” pensó. Se alejó del espejo, tomó su mochila y salió de su habitación. Abril Aldridge, una chica común, la joven que no necesitaba llamar la atención de los demás, la que solo le importaba su propio pensamiento, la que nunca tuvo muchos amigos, la que nunca pretendía ser algo que no era, aquella a la cual, esa misma mañana, no le importaba absolutamente nada.
Bajó las escaleras y entró a la cocina, desayunó como hacía todas las mañanas. Se despidió de sus padres y salió camino hacia su escuela. El día estaba cálido y algo nevaba levemente. La calle estaba vacía, y cubierta de nieve helada, junto con un silencio relajante, a Abril le hacía bien eso. Caminó lentamente, fanfarroneando, con las manos en los bolsillos, pisando las hojas secas que caían de los árboles. Su mente estaba distorsionada, no podía pensar en nada, se sentía extraña. Todo empezó a parecerle extraño, sintió una sensación de advertencia. Algo estaba por pasar, algo se acercaba… Pero no sabía qué.
Estaba a una cuadra de la escuela, realmente no le era cómodo ir a ese lugar donde los demás deciden lo que eres, donde no te respetan y te humillan… solo porque eres diferente. Todos los demás jóvenes hablaban entre ellos, otros reían, etc. Cerca de la puerta, se encontraban Emily y Jessica… sus amigas de toda la vida, las cuales al recibirlas, Abril las saluda con un frío abrazo.
Al entrar al edificio, Emily no dejó de hablar sobre los planes para tirar abajo a Alice. Alice era la chica más popular. La reina de la escuela. La chica que todos los varones querían. Abril y Alice, habían sido mejores amigas, pero al pasar por ciertas discusiones, llegaron a ser rivales a muerte. Pero Abril, comprendió con el tiempo que, la rivalidad no la llevaría a nada y decidió tomar las cosas como una adolescente madura y olvidarse de ella. Sin embargo, continuaba embargada por la misma sensación hacia lo próximo que vendría, y que cada vez era más fuerte. El silencio de Abril asustó a las jóvenes, intercambiaron miradas por su comportamiento tan extraño. Entonces, decidieron tomarla de ambos brazos y arrastrarla hasta el baño de damas. La pusieron contra una pared y Emily le pregunta:
—¿Qué sucede contigo, Abril?
—Sí, Abril. Siempre llegas a la escuela con una agradable sonrisa y dices “Chicas, hay que divertirse”. —dijo Jessica acercándose a ella.
—Además, siempre nos preparábamos para molestar a Alice, y ahora… arruinas todo… Dice Emily sarcásticamente.
—Chicas, estoy bien. Solo que, hoy quiero estar tranquila, ¿está bien?
En ese preciso instante, Abril salió del baño dejando atónitas a sus dos compañeras, aun sin entender, salen detrás de ella. Las tres muchachas continuaron caminando y entraron a la sala de literatura. Ambas se sentaron mientras el profesor saludaba a todos, en ese instante, Emily se le acercó y le susurró:
—Oye, Abril, ¿hablaste con Brandon?
—¿Qué...? No, Brandon es un idiota. Además, ahora sale con otra chica —Le respondió Abril mientras se cruzó de brazos.
Emily se quedó en silencio mientras Jessica la miraba con la boca abierta. Duramente la clase Abril estuvo pensativa, casi no prestó atención en clase. La sensación seguía acorralándola, sentía un escalofrío tras otro por todo su cuerpo. Estaba totalmente aterrada, nunca había pasado por eso, sintió falta de aire en ella. Trató de respirar un poco más profundo, su corazón lentamente comenzó a agitarse. En ese momento entró la directora, pero no venía sola, venía con alguien… Un muchacho. "Seguramente era nuevo", se dijo Abril. Le llamó la atención mucho su figura. De una simple altura, con una mirada de seriedad absoluta. Tenía el cabello dorado como el brillante sol, y sus ojos eran negros… Como la noche, como la misma oscuridad.
Abril observó más al muchacho, llevaba puesta una simple camiseta negra y unos jeans ajustados. La directora le señaló un asiento y él tranquilamente se sentó. Abril sintió un dolor muy fuerte en su pecho, el pulso de su corazón comenzó a acelerarse, la sensación estaba aumentando sacándole el aire. Emily y Jessica la observaron extrañadas:
—¿Te sientes bien? —Le susurró Jessica.
—Sí… sí, estoy bien —Le respondió Abril mientras recuperaba el aire.
La clase continúo y Abril no pudo sacarle la mirada a ese joven. Era tan extraño, no había dicho nada en toda la hora de literatura, permaneció callado de tal manera que parecía ser de cera. En un momento, él la descubrió mirándole y Abril rápidamente desvió su mirada. Se terminó la clase y todos salieron. Abril y Emily salieron al patio de la escuela mientras Jessica salió corriendo para otro lado inesperadamente:
—¿Qué habrá ido a hacer, Jessica? —Preguntó Emily mientras se sentaba en el suelo junto con Abril.
—No lo sé… No me interesa ahora…
—¿Sabes Abril Aldridge? Estás muy extraña hoy. Te ves algo… aburrida. ¿Puedes decirme de una buena vez que te sucede? —Le preguntó Emily mientras abría un paquete de patatas.
—Nada, estoy bien, de verdad Emily, solo que… me cansé de ver siempre a la misma gente todos los días. Me refiero a que me gustaría ver cosas nuevas… Tener nuevas aventuras —Le respondió Abril mientras Emily comía una patata.
Ambas jóvenes permanecieron en silencio. Abril estaba preocupada por el comportamiento del chico nuevo.
—¡Hola! —Dijo Jessica alegremente mientras se sentaba de golpe en el suelo.
—Hablando de extraño, ¿a dónde fuiste? —Le preguntó Emily con una mirada de impaciencia.
—Fui investigar algo… —Respondió Jessica con una sonrisa pícara.
—¿Enserio? ¿Y sobre qué fue? —Preguntó Abril sarcásticamente mientras tomaba un sorbo de agua.
—Sobre el chico nuevo —Respondió Jessica, y Abril se atragantó con agua. Mientras se recupera, Emily la miró con una mirada de asombro.
—¿El nuevo? —Preguntó Abril con voz ahogada.
—Lo que escuchaste. Se llama Aaron, no pude averiguar bien su apellido. La cosa es que, nadie sabe nada sobre él. Apareció así de la nada…
—¿No saben nada de él? —Preguntó Emily.
—No. Acabo de verlo. ¿Y adivinen con quién lo vi hablar?
—¡Dios...! Como quisiera que la tierra se tragara a Alice para siempre —Dijo Emily moviendo las manos con gracia.
—¿No notaron algo extraño en él? —Pregunto Abril seriamente— Nunca había visto un chico tan... calmado…
—¿Y si le hacemos una broma a…?
—No, Emily. Olvídalo. Es extremadamente tonto. ¿Para qué preocuparnos por un tonto que no vale nada? Dejen que Alice se aproveche de él —Dijo Abril interrumpiendo a Emily mientras ellas la miraban asombradas.
En ese momento las tres jóvenes quedaron en un eterno silencio. La mañana se hizo eterna, ninguna de las tres pudo abrir una conversación. Abril quedó atareada, se sentía sola y vacía, sentía una cierta culpa por haber tratado mal a sus amigas de toda la vida. Pobre Emily… Pobre Jessica. Sus más grandes amigas, las que en todo momento estaban, las que siempre le aconsejaban. Abril y ellas siempre fueron inseparables. Y ahora por culpa de una sucia sensación de soledad, las estaba dejando de lado. Todos los momentos lindos que ella había pasado con Jessica y Emily, pasaron por su cabeza. Cuando jugaban en el barro mojado a los cuatro años. Esa vez que se colaron en un entrenamiento de fútbol de la escuela solo para ver a los chicos que a ellas le gustaban. Y ahora solo había silencio. Un silencio indestructible.
Finalmente llegó el final del día escolar y ambas jóvenes ya salieron del edificio estudiantil. Abril las detuvo y les dijo:
—Chicas, perdónenme por mi comportamiento, no dormí muy bien anoche…
—No te preocupes, a todos les pasa –Dijo Emily mientras Jessica le dedicó una sonrisa.
—¿Tomas el mismo camino, Jessy? —Le preguntó Abril a Jessica.
—Claro…
—Nos vemos mañana, chicas —Les dijo Emily saludando con una mano mientras se va.
Abril y Jessica se fueron del otro lado del camino tomadas del brazo. Continuaron hablando de todo tipo de cosas que las amigas hablan. Belleza, moda, lugares de viaje, etc. Jessica vivía a dos calles de la casa de Abril. Solían tomar el camino juntas, salvo cuando Jessica le tocaba ir a casa de su abuela para cuidarla. Mientras seguían hablando, estaba a unas calles de llegar, hasta que justo se nombró el nombre “Aaron”, Jessica se acordó de algo interesante que había visto sobre él:
—¿Adivina qué noté en el chico nuevo? —Preguntó de repente Jessica.
—¿Qué?
—En la clase de Física, lo pillé mirándote…
—Espera… ¿Mirándome? ¿A mí? —Preguntó Abril subiendo su tono de voz.
—¿Y a quién quieres que mire? Seguro le gustas —Dijo Jessica mostrando una sonrisa pícara. Abril la observó con una mirada de franqueza.
—Jessica, continua soñando mientras yo vivo la realidad…
—¿Y tú qué sabes? —Preguntó Jessica deteniéndose— No toda la vida vas a ser rechazada por los chicos. Alguno se va a fijar en ti, y no va a poder resistirse… —Dijo ella mientras se acercaba a la puerta de su casa.
—¿Cómo lo hizo Brandon? Hasta mañana, Jessy…
Se despidieron y Abril continuó caminando hasta su casa. De nuevo, lentamente y con la mano en los bolsillos. Mirando el cielo gris, sintiendo el vacío regresar a ella. Un viento frío la azotó y decidió apresurar el paso. Llegó a casa y todo estaba a igual, sus padres aún no habían vuelto del trabajo. "Como siempre", se dijo. Subió a su cuarto, y se tiró sobre la cama, ya relaja de haber podido soportar un día más en la escuela. Descansó unos segundos, mirando el techo, pero continuaba haciéndose la misma pregunta… Pero no recordaba cuál.
Salió de su habitación y bajó las escaleras, caminó hasta la sala de estar. Tomó su mochila, sacó de ella su cuaderno de notas y repasó para el examen del próximo viernes. El día se estaba convirtiendo en noche y comenzó a hacer frío. Al terminar de estudiar, prendió la chimenea y permaneció frente a ella sentada en suelo, tratando de recuperar el calor. Pero fue extraño, parecía imposible. Sentía escalofríos helados por todo su alrededor. La sombría sensación regresó a ella. Algo pasó por su mente. Esa figura, esa figura de cabello dorado y ojos como la noche, esa figura llamada “Aaron”. Recordó ese instante en que lo vio, y a ella casi se le salía el corazón. Era tan extraño, al ser tan pasivo y totalmente misterioso. Admitió que ese joven permaneció en su mente todo el día, explicando su comportamiento distante, solo porque ese joven estaba atormentando su mente.
En ese momento, comenzó a sentir calor, cuando más lo imaginaba… más aumentaba el calor. Hasta que un par de voces destruyen la ensoñación. Eran sus padres llegados del trabajo. Su madre entró a la sala de estar mientras pregunta:
—¿Cómo empezaste la semana, Abril?
—Hola mamá. —Dijo Abril, sin que ella lo notase. Su rostro estaba rojo y su cuerpo cubierto de sudor.
—¿Abril, estás bien? ¿Por qué estás toda transpirada? —Preguntó su madre limpiando el sudor de su rostro con su mano.
—Si, estaba… Frente a la chimenea y…
—Siempre haces lo mismo. Un día de estos, te quemarás viva si continuas haciendo eso… —Dijo su padre sarcásticamente.
Esa noche la familia Aldridge cenó de forma tranquila. Abril miró de reojo a su padre y a su madre mientras ellos hablaban, quería hablar, pero no le salían las palabras. Seguía atrapada en esa sensación de escalofrío hacia la figura de ese muchacho. Terminó de cenar, y en silencio se levantó y se fue a su dormitorio, todavía tenía esa imagen en su mente dormida. Se sentó en el asiento interior que había al pie de la ventana, observó cómo los copos de nieves caían y el cielo cubierto de nubes. Deseó ver aunque sea una estrella brillar ante ella, junto con la blanca luna. En ese momento, el crepúsculo regresó, al devolver el recuerdo de esos ojos negros, tan enojados y oscuros. Sentir el calor, al recuerdo de ese cabello como el sol dorado.
Se imaginó estar en un mar caribeño, hasta que esos ojos, se llevaron la luz brillante del sol, ahogándolo con la oscuridad de su color. Sosteniéndola entre sus brazos, observándola con sus ojos sombríos. “En la clase de Física, lo pillé mirándote” había dicho Jessica. ¿Era cierto? ¿Él se fijo en ella? Para Abril y sus amigas, que sucediera eso, era suficiente como para darse cuenta de que le interesaba. Pero ella, no se sintió satisfecha, quería que sucediera… algo más.
Se alejó de la ventana, y se acercó a su espejo pegado a la pared cerca de su armario, era perfecto al tener la altura exacta de su cuerpo entero. Observó sus ojos marrones, estaban tiernos y cansados. Echó un vistazo a su cabello negro, enrulado y algo despeinado. Sintió el cuerpo agotado y su piel estaba helada por el frío. Por un instante, la pregunta que buscaba estaba frente a sus ojos. ¿Realmente Aaron, se fijaría en todo eso que Abril veía en el espejo? "No lo creo", se respondió. Tal vez sería la primera y última vez que se fijaría en ella. Era mejor no hacerse ilusiones antes de que pudiera romper su corazón en menos de lo que canta un gallo.
Un sueño pesado comenzó a caer en ella, era tiempo de irse a dormir. Se puso su camisón blanco, y se acostó en su cama. Puso la mirada hacia la ventana, no había dejado de nevar en toda la noche. Puso sus frazadas más cerca de su cuello, ya que el frío invadía la habitación. El agotamiento se centró en sus ojos, comenzó a sentir algo de calor al estar tapada en la cama. Eso la relajaba, llevándola a volar entre los sueños y la noche. Rápidamente, Abril se quedó dormida.
Aaron estaba sentado bajo el viejo roble del bosque… Teniendo a su alrededor la fría nieve. Pero a él no le hacía daño… Ya que él no era humano. Permaneció ahí hasta que anochezció. El día fue bastante agitado. Estaba realmente exhausto y admitía… que estaba sediento. Necesitaba adormecer su sed. Pero tenía que ser de una forma, en la que no llamara tanto la atención. Pero eso no era importante en ese momento. Lo importante era la misión que habían puesto en él, “Las criaturas de la noche”. Su misión era encontrar la futura víctima de un siniestro y poderoso enemigo. “Tengo que encontrarla… antes de que sea demasiado tarde” pensó. Trató de buscarla con la mente. Pero algo obstruyó su mente. Era ella, la que tenía una mente de aguas pacíficas. Una criatura tan extraordinaria. El momento en que el entró al aula, y lo primero que vio fueron esos ojos… Esos ojos marrones. Brillaban como joyas, era increíble. Y su cabello negro como la oscuridad. Era hermosa, no pudo dejar de verla. "No, basta", se dijo. No podía distraerse en un momento como ese, tenía que cumplir una misión. Pero era imposible, había tomado su mente por completo. Su conciencia lo llevaba hacía ella con mucha desesperación, la excitación era muy fuerte, su cuerpo le rogaba que estuviera cerca de ella a toda costa.
Comenzó a nevar, estaba desconcertado. Nada puede provocarte un deseo de esa forma… Mucho menos una chica. Aaron nunca antes se había enamorado. Nunca había sentido esa fuerza que sientes en ti mismo a ver la persona que amas, al sentir el pulso acelerado de tu corazón, al querer estar cerca de ella. Sentir un nudo en el estómago mientras millones de mariposas tratan de desenredarlo. Pero Aaron no tenía mariposas en el estómago en ese momento… Sino murciélagos. Su corazón no tenía un pulso acelerado, realmente… Aaron no tenia corazón. No era cualquier persona, era un peligro. Para la joven podía ser su peor pesadilla y ella todavía no lo sabía. Pero de todas formas, quería estar con ella. Pero no estaba enamorado. No podía hacerse ilusiones, no ahora. Sin embargo, eran diferentes, y ella nunca se fijaría en él.
Recordó cuando ella descubrió que la estaba mirando. Casi iba a enloquecer. Ah, Dios, iba a enloquecer, mientras lo pensaba sonreía. Le gustaría poder ir a su casa, y verla, por un momento. Se levantó del suelo y caminó por entre los árboles. Algo le llamó la atención, buscó con la mente. Una oleada de fuerza sobrenatural por todo el bosque. Alguien lo estaba vigilando. Era una mente, perversa y fría. Buscó el latir de su corazón… Pero no podía escuchar nada. El olfato fue más fuerte en ese momento. Ese aroma, era un aroma tan extraño. Era una mezcla de whisky con menta. Totalmente nauseabundo. Era la misma carne, el mismo poder, la misma fuerza. Pero no del todo, esta mente era más poderosa. Sintió su respiración. Era profunda y salvaje. Lo había estado vigilando desde el principio. Buscó por todo el bosque, pero no con la mente… Él mismo en persona.
Su rapidez, otras de su sobrenaturalidad, lo ayudó. Parecía que se burlaba de él, donde permanecía esa mente misteriosa, desaparecía. Buscó y buscó… y no logró encontrar nada. Sintió una risa malvada. Pudo escuchar un zumbar en sus oídos. “No puedes encontrarme” dijo una voz espectral en su mente. No era Aaron, o su propia consciencia. Era él. Lo había notado. Pero se detuvo. "No caeré en su trampa", susurró. Trató de relajarse. La sed se volvió más fuerte en ese momento. Ya no podía soportar ese dolor. Sus venas estaban vacías. Necesitaba alimentarse. Los copos de nieve caían espumosos en ese momento. Entonces, decidió olvidarlo. Sentía que la mañana se acercaba. Caminó rápidamente por el bosque hasta llegar a la ciudad. Tenía que apresurarse… antes de que sea demasiado tarde.
La mañana parecía calmada, pero una fría brisa acarició la suave mejilla de Abril, levantó la cabeza, ya era de día. Al salir de la cama, una oleada de frío hizo que se retorciera, como si hubiera sentido un escalofrío. Nunca antes había hecho tanto frío. Abril bajó las escaleras y entró a la cocina, su madre estaba preparando el desayuno mientras su padre estaba sentado leyendo el diario.
—Buenos días, corazón —Dijo su madre saludándola con una sonrisa muy agradable.
—Abril, ¿podrías encender el televisor? —Preguntó su padre mientras ella obedecía.
—Querida, quiero que hoy vayas bien abrigada a la escuela, ¿de acuerdo? —Dicjo su madre mientras le servía café Siempre vas con poca ropa. Eso ya me molesta.
Se sentó delante de la mesa y desayunó mientras miraba la televisión, en las noticias mostraban una noticia misteriosa, una persona de identidad desconocida había sido atacada y asesinada por un animal, se sospecha que probablemente fuese un animal salvaje. Abril miró fijamente la televisión, su madre desesperada dijo que tuviera cuidado al salir hoy a la calle camino a la escuela, pero eso a Abril no le importaba, le importaba saber qué fue el que cometió ese horrible crimen.
La fatal sensación regresó a ella, y eso espantó a Abril. Terminó de desayunar y subió a su cuarto a prepararse para un día más de escuela. Su madre la llamó desde la escalera. Se estaba retrasando demasiado. Bajó a saltos las escaleras. Salió de su casa camino hacia la escuela, pero se detuvo. Sintió que algo… la vigilaba. El deseo de gritarle se transformó en miedo. Discretamente, observó a su alrededor, procurada de ser descubierta. La sensación regresó a ella, el viento azotó su rostro. Permaneció quieta. Podía sentirlo… Podía sentir que la vigilaba. Que la observaba con una mirada de sombría pasión. Una mirada de deseo. Una mirada de asesina obsesión. La inmovilidad desapareció. Y caminó a toda prisa hacia la escuela.
Llegó a la escuela y no encontró a Jessica ni Emily en la entrada, entró a la escuela mirando todas las caras con las que se encontró ahí, pero no veía a ninguna de ellas. Ninguna joven tenía los brillantes ojos verdes de Emily, o el despeinado cabello dorado de Jessica. Revisó su horario. En minutos comenzaba la clase de psicología. Corrió hacia su casillero para tomar sus libros. Al cerrar la puerta, se sobresaltó al ver esa figura que tenía su débil mente como prisionera desde que lo vio entrar en la clase de literatura. Su corazón se apresuró su latir. Lo observó por un buen tiempo, vio que esos ojos oscuros la observaban, él abrió la boca lentamente y dijo: "Hola". Su voz era relajada y algo culta. Abril estaba a punto de hablar, con su forma de voz infantil que se le suele escapar cuando habla con un chico… Pero tomó aire y trató de calmarse.
—¿Te puedo ayudar en algo? —Lo miró con una mirada fría. En ese momento Abril estaba completamente congelada.
—Tú eres Abril, ¿verdad...? Abril Aldridge…
—¿Acaso conoces alguna otra chica que se llame así? —Preguntó ella sarcásticamente de mal humor. Él tarareó una carcajada mientras sonreía.
—Muy… graciosa… —Dijo él sonriendo.
Abril sin importarle se dio media vuelta y caminó tranquilamente por el pasillo. Pero Aaron decidió hacerle compañía.
—¿Podrías parar de seguirme?
—¿Te molesta?
—Aunque no lo creas, es muy normal que a las personas les moleste la compañía de otras personas…
—Solamente estoy caminando contigo, ¿qué tiene de malo eso? —Preguntó él sarcásticamente.
—Tiene de malo porque, eres un niño totalmente extraño que solo se junta con gentuza que no suele tener el cerebro bien desarrollado como para… pensar. Y sería demasiado inmaduro hablar con personas como tu así que… Aléjate, lo más que puedas de mi —Dijo Abril con toda su furia guardada adentro de ella.
Él quedó boquiabierto. Observándola asombrado con esos ojos negros. Ambos jóvenes se miraron fijamente por un tiempo en silencio. Sentía no poder despegar su mirada. Parecía tan real. Él la observaba con esos ojos de oscuridad. Llevándola a lo más profundo de la perdición. En ese mismo instante, él extendió su pálida mano hacia el rostro de Abril. Cada vez más cerca. Queriendo sentir la suave piel de su mejilla, pero una voz la detuvo:
—Abril… —Dijo una voz oscura y cansada sobre el hombro derecho de Abril. Aaron alejó lentamente la mano.
—¿Qué es lo que quieres, Brandon? —Preguntó Abril con la misma frialdad en su voz. Aaron sin decir nada, en silencio se fue.
—¿Puedo hablar contigo? —Le preguntó Brandon poniéndose al frente de ella.
—¿Qué quieres? —Dijo Abril cruzándose de brazos.
—Mira… Yo sé que tuvimos problemas en la relación por…
—Por ella…
—Bueno, sí… pero... —Dijo Brandon mirándola fijamente a los ojos— Estuvo mal, lo sé. Y quiero que me perdones y podamos retomar todo desde el comienzo…
—Brandon… —Abril se acercó a él y toma su rostro con sus dos manos.
—Yo sé lo mucho que me quieres… Pero… Ya sufrí mucho por ti y ya no quiero sufrir…
Abril alejó sus manos lentamente de él y continuó caminando por el pasillo. Sin importarle nada. Sin importarle Brandon. Abril nunca había hecho eso en toda su vida. Nunca había sido tan fría. Nunca había congelado su corazón con tanta oscuridad. Estaba creciendo, la madurez comenzaba a controlar su mente. Y eso fue bueno para ella. Pero la situación que acaba de pasar, fue demasiado embarazosa. ¿Cómo podía acercarse a ella inesperadamente? ¿Tendría algo que ver con lo que le había dicho Jessica el día anterior? ¿Jessica tendría razón a lo que había visto? Eso le había dado mucho que pensar a Abril. Durante la mañana pensó en eso, y no había visto a Jessica y a Emily en ningún momento. Había rechazado a dos jóvenes en un día. "Un récord para mí", se dijo.
Vio Aaron un par de veces durante las clases, y en una de ellas le descubrió mirándola. Fue extraño el momento en cómo quiso acercar su pálida mano al rostro de Abril, la había mirado con una mirada irreconocible, sus ojos mostraban desesperación, un deseo por algo. Y claro que ese algo sería… Un momento, Abril despertó a la realidad, será cierto. Aaron está interesado por... “Claro que no” pensó. Es cierto, sería una tontería… Demasiado.
El día escolar había terminado. Abril caminó hasta la puerta de la escuela. Y vio algo que la sobresaltó. Salió lentamente. Estaba ahí, apoyado sobre un gran árbol, esperando. ¿Pero qué? Lo observó de arriba a abajo. Por un lado, estaban sus amigas. Sonriéndole divertidas. Haciéndole señas para que se acercara. Pero Abril no se sentía muy segura. Después de la situación de frialdad, no creía seguro acercarse después de ser tan dura como una piedra. Pero no tenía otra opción. ¿Cómo podría pasar cerca de él como si nada? Y Jessica y Emily harían cualquier berrinche por esa razón. Caminó lentamente hacia él, tomando aire con profundidad.