Maíz de muerte #3

shinhy_flakes

Jinete Volad@r
Miron
Bakala
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Por fin logramos encontrar una salida tras diez minutos de grandes nervios, pero sabíamos que a la intemperie estaríamos mucho más expuestos así que no nos alegramos del todo aun.

Cuando por fin estuvimos afuera nos dimos cuenta que estábamos en medio de grandes maizales,


en ese momento mi abuela dijo síganme pues hay una iglesia cerca de este lugar, sin pensarlo dos veces nos dirigimos inmediatamente ya que si nos quedábamos parados esas cosas ganarían terreno y nos alcanzarían.

Tal como dijo la abuela pudimos observar una iglesia muy cerca del lugar y al llegar tratamos de hacer mucho ruido para llamar la atención de alguna persona que se estuviera refugiando allí.

Por suerte una luz se encendió en el interior y grito, ¡Hay alguien allí! Al mismo tiempo que mi madre gritaba, ¡Necesitamos ayuda, ábranos por favor!

Las puertas se abrieron y pasamos rápidamente, fue entonces cuando sentimos una especie de tranquilidad pero a la vez una tristeza enorme por lo que le había ocurrido al abuelo.

Aquel hombre se identifico como el padre de la iglesia y de inmediato nos trajo café para bajar un poco los nervios; mi padre le comenzó a decir todo lo que habíamos pasado y justo cuando habíamos terminado de tomar el café, mi hermanita grito pues en donde debía estar el Cristo, se encontraba una especie de cuerpo horrendo el cual al parecer estaba carbonizado.

Mi madre grito diciendo que sacrilegio más grande es ese, como osan hacer tal barbarie; mi abuela alzo diciéndole a mi madre que se calmara y se sentara. El hombre de inmediato hablo, sé que no tenemos perdón de nuestro dios pero entiéndanos que mas podemos hacer si nuestras suplicas dejaron de ser escuchadas, año tras año rogamos para que esas criaturas se fueran pero nuestros ruegos eran inútiles, así que decidieron traer el cuerpo del último santero muerto y comenzamos a rendirle culto pidiéndole que nos quitara el castigo.

No entendíamos como era posible esa ofensa, pero a la vez nos pusimos en su lugar dándoles en parte la razón; estábamos demasiado cansados pues eran ya las dos de la mañana y de repente todos nos quedamos dormidos pues al parecer ese disque padre había puesto somnífero en el café.

Cuando por fin logramos despertar nos encontramos con la sorpresa de que nos habían amarrado y a mi hermanita la habían puesto sobre una cama que estaba enfrente de nosotros.

De repente aquel hombre entro casi desnudo y quedo viéndonos a todos, en ese momento nos dijo, ustedes creen que pueden entrar al templo del señor sin pagar tributo. Mi padre y madre estaban a punto de llanto y rabia, pues vimos la acción más cobarde y depravada que un hombre pude hacer, el maldito empezó a abusar sexualmente de mi hermana.

Todos queríamos matarlo pues eso era un acto atroz, yo pensaba en dárselo a los monstruos y que se encargaran de él. Tras una larga hora de ese acto impuro el muy desdichado todavía alego en son de burla, ¡Su hija estaba deliciosa y muy suave! El hombre acerco a mi hermanita junto con mi madre y una vez allí las dos se pusieron a llorar. Veía la cara de mi hermano y mi padre que al parecer pensaban lo mismo que yo.

Me recargue hacia la pared pues ya estaba muy entumido, cuando de repente sentí una punta filosa que al parecer era de un clavo salido, sin que el hombre se diera cuenta me moví lo mas sigiloso posible para tratar de cortar la cuerda que me aprisionaba las manos. El hombre se fue a dormir no sin antes decirnos, ¡Dulces sueños recuerden que mañana le toca rendir tributo a la mamá! Sabía que debía ser cauteloso pues si él se hubiera dado cuenta no me hubiera sido imposible romper las cuerdas.

Espere unos minutos hasta ya no escuche más ruido en ese momento me libere completamente y comencé a desatar a todos. Una vez desatados mi padre, mi hermano y yo, nos dirigimos lentamente a donde se encontraba durmiendo el hombre.

No dudamos en darle una tremenda golpiza pues sinceramente estábamos demasiado enfadados como para perdonarle lo que había hecho con mi hermana.

Lo atamos por completo pero aquel hombre parecía ser bien cobarde pues lloraba como una niñita y todavía en su miedo de lo que le fuéramos hacer termino por hacerse del baño.

Mi madre a su vez dijo que lo sacáramos para que las criaturas se lo comieran, pero mi padre se negó y al cual alego que nos serviría en su momento para otra cosa.