Maíz de muerte #10

shinhy_flakes

Jinete Volad@r
Miron
Bakala
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Una vez muerta la creatura Mareli me dio la mano y me dijo - ¡Levántate flojo, no es hora de descansar! . Asenté en señal de agradecimiento por lo que hizo y las abrase fuertemente.

Mi hermanita dijo -¡Vamos por papá! así que nos dirigimos al lugar que lo habíamos dejado, pero no logramos dar unos cuantos pasos y escuchamos un re chillido fuerte y aterrador, que al parecer provenía de la cueva donde encontramos a los monstruos.



Al escuchar el escalofriante ruido, corrimos lo más que pudimos pues no teníamos armas en mano para defendernos. Los maizales caían tirados a nuestro paso y se guido a ello el fuerte rechinido que al parecer era de un monstruo el cual nos seguía.

No me di cuenta que sin querer regresamos al lugar donde se encontraba la iglesia destruida, eso sin duda nos traería problemas con mi padre pues el hecho de pensar que estaba muy lastimado, sin duda alguna si ese adefesio lo encontrase, seguro que lo mataría.

En cuanto llegamos, buscamos lo que fuera con lo que pudiéramos defendernos, Mareli como siempre de suerte encontró su escopeta, yo logre encontrar un hacha larga entre los escombros y mi hermanita una barra de metal con punta. Mareli de inmediato se coloco al frente de nosotros por si se llegase acercar la creatura, ya que ella era la que podría hacerle más daño.

Esperamos a que el adefesio saliera de los maizales y en cuanto lo tuvimos a la vista, prácticamente quedamos paralizados pues era de gran tamaño. Mareli reacciono y comenzó a disparar las pocas balas que le quedaban a la escopeta, pero por mas heridas que le hacia con las municiones, la maldita abominación no retrocedía.

La criatura se acerco rápida mente a Mareli sin darle tiempo de correr, la agarro de la mano y la aventó con fuerza, haciendo que volara por los aires y estrellase la cabeza contra un árbol cercano. En cuanto ella cayo, me abalance en contra de la criatura para clavarle el hacha pero al igual que Mareli, no dure mucho tiempo y fui derribado con gran facilidad.

Mi hermanita comenzó a correr, pues seguido a que yo cayera a un lado, la bestia empezó a seguirla, mostrándole sus afilados dientes y enormes garras.

Algo en mi espalda llamo mi atención y al voltear, note varios cartuchos de dinamita junto con el arma que mi padre tenía en mano cuando lo dejamos. Me levante y corrí rápidamente tras de la criatura, pues por ningún motivo podía dejar que le hiciera daño a mi hermanita.

Dispare las cuatro balas que le quedaron al arma llamando la atención de aquel escalofriante ser, al instante comenzó a corre asía mi, entonces busque en mi bolsa el encendedor pero desgraciadamente este de seguro se me callo del bolsillo cuando sucedió lo del derrumbe de las rocas.

El miedo entro en mi pues esa cosa se encontraba cerca y al instante que trate de retroceder, desgraciadamente tropecé pero para mí buena suerte fue con el hacha que se me había caído, cuando la bestia me aventó al suelo.

Con fuerza moví el hacha de lado a lado, procurando que no se acercase a mí, pero de nuevo mis intentos fueron fallidos ya que me agarro el hacha y la aventó lejos. En el momento que eso ocurrió, me deslice para atrás para alejarme, pero tope con una gran roca, la cual note que era donde se encontraba la cruz de la iglesia, donde yacía el otro adefesio clavado.

En cuanto la criatura vio que me encontraba indefenso pego un grito, como si estuviera dando una risa aterradora.

Pero justamente cuando me pensaba dar un zarpazo con esas horribles garras, mi padre salió de la nada y atravesó a la criatura del corazón, con una garrocha de madera con punta de metal. Con lo que le quedaba de fuerza, alzo al adefesio casi prácticamente dejándolo colgado en la cruz como a la otra criatura.

Note las grandes heridas en el cuerpo de mi padre, pero él en ese instante me grito - ¡No te distraigas y agarra los fósforos que tengo en mi bolsillo!.

No entendí lo que trataba de hacer, hasta que vi dos galos de combustible al pie de la cruz, entonces rápidamente eche encima todo el líquido en la bestia y prendí los fósforos. Justo en el momento que los aventé al adefesio, mi padre grito, ¡Los amo hijos! Y se lanzo contra la punta de metal que había traspasado a la criatura.

Al momento que su corazón fue atravesado, una lagrima note en su mejilla y lo que siguió para mí fue aterrador, pues el mismo fuego que había encendido, también lo consumía.

Me tire al suelo y llore, pero al mismo tiempo sentí temor pues algo toco mi hombro y cuando voltee; era Mareli con mi hermanita la cual se encontraba prácticamente desmayada.

Nuevamente las abrace y suave mente Mareli me pregunto ¿Todo termino verdad? A lo cual respondí-¡Si esto es todo!

Esperamos impacientes a que amaneciera, fue entonces que a lo lejos logramos ver una vehículo el cual una vez cerca se detuvo para socorrernos, entonces unas personas bajaron de el y nos explicaron que fueron atraídas por las explosiones de las dinamitas. Les dijimos lo que había pasado y asombrados por lo ocurrido, nos llevaron inmediatamente al pueblo.

Nos sentíamos aliviados cuando pudimos degustar algo de comida, pero no del todo felices, pues habíamos perdido a nuestras familias.

Mareli solicito un vehículo prestado, a lo cual uno de los pueblerinos nos dijo que mi abuelo había dejado uno en su taller y que nos los daría sin cobrarnos nada pues por lo que habíamos hecho, el pueblo entero sin duda alguna estaba agradecido con nosotros.

Terminando la sopa salimos del lugar pues sinceramente no deseábamos seguir ningún segundo más.

Una hora después durante el trayecto a la salida del pueblo, hablamos con Mareli sobre a donde iría y ella me dijo que tenía unos familiares en la misma ciudad donde se encontraba nuestra casa, así que estaríamos en contacto. La verdad que prometimos reunirnos mínimo una vez al mes pues con lo que había pasado el separarnos ahora nos hacia sentir algo extraños.

Note que mi hermanita miraba los maizales y lloraba, en ese instante le dije que todo estaría bien, así que la abrace fuertemente y le di un beso, para que se sintiera protegida.

Una vez en casa, juramos nunca más volver y decidimos no contarle a nadie de lo ocurrido, pues sabíamos que nunca nos creerían.

Lo que si es que dentro de mí, maldije más de un millón de veces ese maíz de muerte que me arrebato a mi familia.