Hace algunos años atrás se encontró el cadáver de una mujer colgado en un árbol. Aquella mujer era Loretta Swan; una madre soltera que dejó una solitaria hija: Lazari. Al Lado del cuerpo había una carta de despedida la cual explicaba toda la verdad de su familia, y este era el contenido de la carta:
Querida Lazari, cuando veas esto tendrás muchas preguntas, por lo que haré lo posible para resolver tus dudas mediante esta carta. Espero que me perdones por todo el dolor que te he estado causando y sobre todo por dejarte sola a partir de ahora. Llevo mucho tiempo luchando y la locura ha poseído mi cuerpo. Pero antes de irme, quiero que sepas toda la verdad.
Ya sabes que yo siempre he sido una mujer muy religiosa, dedicada a cumplir la gracia de Dios. Nunca lo he puesto en duda, ni siquiera cuando me entere de que era estéril y no podía tener ningún hijo. Sólo seguí adelante para encontrar un hombre recto y bondadoso. Un día estaba en la biblioteca revisando unos libros y lo vi... ¡Era el hombre más apuesto que había visto! Intercambiamos sonrisas hasta que me acerqué y nos presentamos. Se llamaba Evan Harrison.
Al poco tiempo comenzamos a salir y ser pareja y le abrí mi corazón casi sin querer. Era inevitable, ¡Tenia algo cautivador, entre irreal y divino! Sabía que no podía tener hijos, pero él me convenció para intentar tener el hijo que tanto deseaba, ¡y funcionó! Me enteré de que estaba embarazada y empecé a pensar que era un ser divino y mágico. Le confié mis secretos pero él nunca quiso hablar de los suyos. Luego te tuve a ti, Lazari. Tenías el mismo halo cautivador y divino que tu padre; pero poco a poco la vida fue de rosa a negra. Evan Desapareció sin dejar explicaciones, pero seguimos adelante. Tú creciste feliz a mi lado y cada día te quería más, pero todo cambió el día en que cumpliste cuatro años. Tus ojos ya no reflejaban inocencia; ahora eran de un color rojo oscuro y tu aura atrayente se transformo en algo maligno.
Empecé a buscar libros sobre lo que te estaba ocurriendo pero no hallé ninguna respuesta. Un día estaba en casa leyendo, cuando de repente escuché unos gritos horripilantes que provenían de afuera. Corrí para ver que sucedía y allí fue cuando te vi atacando brutalmente a nuestro vecino, el cual se encontraba tirado en el suelo. Mordiendo y devorando sus entrañas como un perro salvaje atacando a una presa... tu cuerpo había mutado; tenias garras, pezuñas y una abertura muy rara en tu pecho que parecía ser una segunda boca. Cuando te llamé volviste a tu forma original y corriste a abrazarme con lágrimas en tus ojos. ¡No podría permitir que aquello se descubriera y me arrebataran a mi Lazari! así que te encadené en el sótano. Pasé noches en vela buscando una respuesta a lo que te sucedía y la hallé. Zalgo... Tu padre es un demonio y yo me entregué a él para crearte a ti! Y lo peor es que ahora tú te estás transformando en un ser oscuro, perdiendo tu corazón en el proceso. Por eso me encerré en el sótano contigo e hice lo imposible para expulsar toda esa maldad que estaba en tu cuerpo. Todos los rituales y exorcismos por los que te hice pasar eran para que volvieras a ser la misma niña dulce y buena de antes, pero te estaba haciendo mucho daño y me estaba haciendo daño a mì también. Incluso he intentado buscar a Zalgo e invocarlo, pero no respondió a ninguna de mis llamadas. ¡Maldito seas mil veces por destruir la vida de mi hija y la mía! Ahora quiere atraparte y usarte a través de mi, pero no pienso permitirlo. Así que Lazari, hazme caso; huye lo más lejos posible y no confíes en nadie. Te quiero y siempre lo hare.
La pequeña Lazari de 8 años se quedó inmovilizada, mirando el cadáver de su madre. Ahora estaba sola y no tenía ningún lugar a donde ir, hasta que escuchó un ruido en el bosque. En eso vio a un hombre de unos dos metros el cual no tenía rostro, contaba con unos largos tentáculos saliendo de su espalda y vestía un traje negro. Aquel hombre de apariencia extraña le pregunta:
—¿Quién eres, pequeña? —Preguntó el hombre.
—Soy Lazari.
—¿Qué haces ahí junto a ese cuerpo?
—Es mi madre.
Luego de eso, Lazari le entrega la carta a ese hombre. Él mira a Lazari la cual comienza a llorar. El hombre le da la mano y le dice:
—No te preocupes Lazari, yo cuidaré de ti.
Querida Lazari, cuando veas esto tendrás muchas preguntas, por lo que haré lo posible para resolver tus dudas mediante esta carta. Espero que me perdones por todo el dolor que te he estado causando y sobre todo por dejarte sola a partir de ahora. Llevo mucho tiempo luchando y la locura ha poseído mi cuerpo. Pero antes de irme, quiero que sepas toda la verdad.
Ya sabes que yo siempre he sido una mujer muy religiosa, dedicada a cumplir la gracia de Dios. Nunca lo he puesto en duda, ni siquiera cuando me entere de que era estéril y no podía tener ningún hijo. Sólo seguí adelante para encontrar un hombre recto y bondadoso. Un día estaba en la biblioteca revisando unos libros y lo vi... ¡Era el hombre más apuesto que había visto! Intercambiamos sonrisas hasta que me acerqué y nos presentamos. Se llamaba Evan Harrison.
Al poco tiempo comenzamos a salir y ser pareja y le abrí mi corazón casi sin querer. Era inevitable, ¡Tenia algo cautivador, entre irreal y divino! Sabía que no podía tener hijos, pero él me convenció para intentar tener el hijo que tanto deseaba, ¡y funcionó! Me enteré de que estaba embarazada y empecé a pensar que era un ser divino y mágico. Le confié mis secretos pero él nunca quiso hablar de los suyos. Luego te tuve a ti, Lazari. Tenías el mismo halo cautivador y divino que tu padre; pero poco a poco la vida fue de rosa a negra. Evan Desapareció sin dejar explicaciones, pero seguimos adelante. Tú creciste feliz a mi lado y cada día te quería más, pero todo cambió el día en que cumpliste cuatro años. Tus ojos ya no reflejaban inocencia; ahora eran de un color rojo oscuro y tu aura atrayente se transformo en algo maligno.
Empecé a buscar libros sobre lo que te estaba ocurriendo pero no hallé ninguna respuesta. Un día estaba en casa leyendo, cuando de repente escuché unos gritos horripilantes que provenían de afuera. Corrí para ver que sucedía y allí fue cuando te vi atacando brutalmente a nuestro vecino, el cual se encontraba tirado en el suelo. Mordiendo y devorando sus entrañas como un perro salvaje atacando a una presa... tu cuerpo había mutado; tenias garras, pezuñas y una abertura muy rara en tu pecho que parecía ser una segunda boca. Cuando te llamé volviste a tu forma original y corriste a abrazarme con lágrimas en tus ojos. ¡No podría permitir que aquello se descubriera y me arrebataran a mi Lazari! así que te encadené en el sótano. Pasé noches en vela buscando una respuesta a lo que te sucedía y la hallé. Zalgo... Tu padre es un demonio y yo me entregué a él para crearte a ti! Y lo peor es que ahora tú te estás transformando en un ser oscuro, perdiendo tu corazón en el proceso. Por eso me encerré en el sótano contigo e hice lo imposible para expulsar toda esa maldad que estaba en tu cuerpo. Todos los rituales y exorcismos por los que te hice pasar eran para que volvieras a ser la misma niña dulce y buena de antes, pero te estaba haciendo mucho daño y me estaba haciendo daño a mì también. Incluso he intentado buscar a Zalgo e invocarlo, pero no respondió a ninguna de mis llamadas. ¡Maldito seas mil veces por destruir la vida de mi hija y la mía! Ahora quiere atraparte y usarte a través de mi, pero no pienso permitirlo. Así que Lazari, hazme caso; huye lo más lejos posible y no confíes en nadie. Te quiero y siempre lo hare.
La pequeña Lazari de 8 años se quedó inmovilizada, mirando el cadáver de su madre. Ahora estaba sola y no tenía ningún lugar a donde ir, hasta que escuchó un ruido en el bosque. En eso vio a un hombre de unos dos metros el cual no tenía rostro, contaba con unos largos tentáculos saliendo de su espalda y vestía un traje negro. Aquel hombre de apariencia extraña le pregunta:
—¿Quién eres, pequeña? —Preguntó el hombre.
—Soy Lazari.
—¿Qué haces ahí junto a ese cuerpo?
—Es mi madre.
Luego de eso, Lazari le entrega la carta a ese hombre. Él mira a Lazari la cual comienza a llorar. El hombre le da la mano y le dice:
—No te preocupes Lazari, yo cuidaré de ti.