Michael W. Ford, uno de los principales expositores del luciferianismo contemporáneo, tiene una concepción de los demonios muy parecida a la de Anton LaVey, aunque con cierto toque jungiano (de Carl Gustav Jung) y un enfoque práctico que hace pensar en la Magia del Caos por la cuestión de las entidades creadas como algo capaz de engendrar o ayudar a engendrar hechos concretos en el “mundo real”.
Así, su teoría de la magia ritual postula que los “dioses”, “espíritus” y “demonios” son creaciones arquetípicas de la Humanidad, que subsisten como “seres” mediante tipos de energía que son alimentados por nuestro subconsciente. En este marco, el luciferino encuentra que, los distintos seres míticos y religiosos que personifican lo demoníaco, funcionan como “máscaras deificas” de poderes y fenómenos que existen en la Naturaleza y en la mente, y que se pueden activar y emplear a través de una serie de prácticas cuyo principio rector es lograr que el practicante se identifique (en una forma que implica una cierta autodeificación) con ellos a través de los seres simbólicos que los representan. Por ello, hablando del arquetipo del Adversario, Michael W. Ford dijo lo siguiente en una entrevista: ‹‹El Adversario es una manifestación transcultural que a lo largo de toda la historia de la Humanidad representa el arquetipo oscuro o motivador dentro de cada hombre y mujer. El Adversario no es específicamente Lucifer. Lucifer es un título, un título romano que significa “portador de la antorcha” y es relacionado a un dios, pero aquello no abarca realmente el Sendero Luciferino. Tienes a Ahrimán, a Set…››
Así, su teoría de la magia ritual postula que los “dioses”, “espíritus” y “demonios” son creaciones arquetípicas de la Humanidad, que subsisten como “seres” mediante tipos de energía que son alimentados por nuestro subconsciente. En este marco, el luciferino encuentra que, los distintos seres míticos y religiosos que personifican lo demoníaco, funcionan como “máscaras deificas” de poderes y fenómenos que existen en la Naturaleza y en la mente, y que se pueden activar y emplear a través de una serie de prácticas cuyo principio rector es lograr que el practicante se identifique (en una forma que implica una cierta autodeificación) con ellos a través de los seres simbólicos que los representan. Por ello, hablando del arquetipo del Adversario, Michael W. Ford dijo lo siguiente en una entrevista: ‹‹El Adversario es una manifestación transcultural que a lo largo de toda la historia de la Humanidad representa el arquetipo oscuro o motivador dentro de cada hombre y mujer. El Adversario no es específicamente Lucifer. Lucifer es un título, un título romano que significa “portador de la antorcha” y es relacionado a un dios, pero aquello no abarca realmente el Sendero Luciferino. Tienes a Ahrimán, a Set…››