La secta tras mi pista

shinhy_flakes

Jinete Volad@r
Miron
Bakala
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Todo empezó un gélido día, con el amanecer y unas velas gastadas después de haber pasado la noche con una mujer, cuyo rostro angelical causaba sensación en mi ser. La miré a los ojos y pensé: "Ojalá pudiera estar así el resto de mi vida, mirándola. ¡Qué grave error por mi parte!"
Aquel mismo día, al salir del trabajo, me encontré de nuevo con ella en el bar “Whisky land”, donde trabaja mi amigo Jack, que a la vez es el coopropietario del local.
—Estuvo bien lo de anoche —dije yo pensando que a ella quizás le gustaría repetirlo.
Ella me miró detenidamente, suspiró y después rehusó a contestarme, pagando lo que había pedido y saliendo del local sin más. Meditaba sobre su reacción cuando de pronto Jack me interrumpió diciendo:
—Una mujer de lo más misteriosa.
Entonces yo le pregunté:
—¿La conoces?
Entonces Jack me dijo:
—Toma, te invito a un trago, porque veo que tu te has vuelto a enamorar de otra belleza.
Entonces Jack se sentó frente a mí y me siguió contando:
—La primera vez que vi a esa mujer por aquí fue hace seis meses. Créeme, no es una cara de las que se olvidan fácilmente. No solía venir sola. Venía con un grupo de gente de lo más común a simple vista. Pero en sus miradas y en sus sonrisas podía notar un halo de misterio y complicidad que van más allá de la simple camaradería. Una noche mientras les servía una ensalada pude oír como a uno se le escapaba lo siguiente: "Cuando la pasen las siete lunas previstas tendremos al fin los siete símbolos del sacrificio para nuestra organización." Me quedé un tanto sorprendido, puesto que ayer por la noche Helen me dio la impresión de ser una mujer solitaria con algún misterio. No quería hablar ni de su procedencia, ni de su trabajo, ni de sus preocupaciones. Según Helen solo quería divertirse en esta ciudad por última vez. Sí que era una mujer misteriosa.
Entonces yo le pregunté a Jack:
—¿A qué viene todo eso? ¿Por qué piensas que yo voy a estar enamorado de una mujer así?
—Te conozco, llevamos seis años siendo amigos y cada vez que pasa una mujer bella a tu lado te conviertes en su perro faldero. Por otra parte, quiero advertirte que su círculo de amigos es muy raro y que según se rumorea no te conviene acercarte a esa mujer.
—¿De qué rumores hablas?
—Cosas horribles, pero solo son rumores.
—Seguro que son chorradas, además ayer pasé la noche con ella y me pareció una mujer bastante simpática y tranquila.
—Por mí como si quieres adentrarte en lo más profundo del infierno, pero luego no me dirás que no te lo advertí.
Miré el reloj y vi que eran las 22:00 pm.
—Se me ha ido el santo al cielo. Más me vale ir a mi casa a descansar porque mañana me espera otro día largo de trabajo. ¡Hasta la vista, Jack!
—¡Hasta la vista, Mike!
Aquella misma noche, al volver del “Whisky land”, me volví a cruzar con Helen. Parecía muy asustada, como si alguien la estuviera persiguiendo. Apenas podía hablar, solo balbuceaba entre llantos: "¡Ell... Me siguen y... me matarán!"
Me abrazó. Lloraba y no podía hablar. Me pareció la mejor oportunidad para conocerla mejor así que me aventuré:
—¡Rápido!, vamos a mi casa ahora mismo y me cuentas con más tranquilidad qué es lo que ocurre.
Sin más preámbulos nos pusimos las capuchas de los abrigos y nos fuimos corriendo hacia mi casa. He de reconocer que los cinco minutos del trayecto hacia mi casa los pasé bastante asustado y nervioso. Esa supuesta organización, todo lo que me había contado Jack, más el hecho de ver a Helen totalmente aterrorizada, me ponía los pelos de punta.
Media hora después, ya en mi casa, Helen consiguíó tranquilizarse y empezó a contarme todo lo ocurrido:
—Yo no soy quien parezco ser. Desde pequeña he sido adiestrada por una organización secreta sobre la cual la gente no sabe nada. Lo normal sería no contar nada pero es que...(Helen hizo acopio de voluntad y se tragó sus lágrimas), es que nada de lo que has visto, nada de lo que has oído es real. Todo es una ilusión maquiavélica para mantener a la gente inconsciente e ignorante sobre sus conocimientos y su ciencia. Son muchos y muy poderosos. Estamos en pañales frente a ellos. Espero que nunca te encuentren aquí conmigo. El caso es que yo creía estar preparada para el último sacrificio.
>>Un ritual el cual según me habían contado los maestros era de lo más pueril. Eso fue hace siete meses. Poco después por medio de mi criada me di cuenta de las cosas horribles que me iban a suceder. Mi criada Olipso siempre había sido dulce y cariñosa conmigo, de hecho para mi ha sido la única persona que ha sido dulce y cariñosa conmigo aparte de ti, Mike.
>>Hasta que una mañana desperté y vi como Olipso me contemplaba con una tristeza en su mirada que me conmovió. Entonces poco a poco empecé a investigar por mi cuenta y descubrí las atrocidades que habían cometido contra mis padres, y mi familia. Ellos son los que querían hacerme tantas cosas... Horribles cosas —Helen echó de nuevo a llorar y yo no sabía que pensar.
No sabía si llamar a la policía o al manicomio, pero recordé lo me me dijo Jack y entonces me decanté por llamar a la policía. Cuando de pronto Helen me preguntó:
—¿Qué haces?
—Llamar a la policía.
—¡No has escuchado nada de lo que te he dicho ¿verdad?! ¡Tú no me entiendes! Solo quieres echar un polvo, ¡solo eso! No lo puedo soportar ¡Me marcho de aquí!
Con un fuerte portazo cerró la puerta y se fue. Yo, sin embargo, no había entendido lo que quería contarme, así que llamé a la policía y les conté todo lo ocurrido. Al cabo de diez minutos aparecieron en mi casa 20 agentes armados los cuales derrumbaron la puerta para entrar, me cogieron, me cubrieron la cabeza con un saco y me dieron un fortísimo golpe en la cabeza.
Desperté con un fuerte dolor de cabeza en una tétrica habitación con paredes de piedra a mis lados, una vieja puerta y huesos humanos alrededor mío. Había perdido la noción del tiempo, no sabía cuanto tiempo había permanecido inconsciente. Estaba aterrado, pensaba en el modo tan brutal en el que me arrancaron de la tranquilidad de mi hogar.
Cuantas más preguntas me hacía más dudas entraban en mi ser. ¿Y si todo esto tiene que ver con esa dichosa secta? De pronto se abrió la puerta y vi a un policía. Me quedé mirándolo y él se quedó mirándome fijamente a los ojos. Lo único que hizo fue preguntarme mi nombre, le respondí y acto seguido sonrió y me dejó en el suelo un plato de espagueti.
Tenía mucha hambre, así que me lo comí. Después pasé unas amargas horas pensando, algo aturdido, intentando encajar piezas. Hasta que se me ocurrió pensar que yo podía estar ahí por haber hablado con Helen. Entonces me acerqué a la vieja puerta para ver lo si podía abrirla cuando de repente se abrió sola.
Me dije a mi mismo esta es mi oportunidad. Así que crucé la puerta y me encontré en mitad de un pasillo iluminado por velas, paredes blancas y el suelo de mármol color blanco y negro formando cuadros semejantes a los de un tablero de ajedrez. Al fondo vi una puerta y me dirigí hacia allí con celeridad. Antes de que pudiera abrir la puerta una mujer vestida con una túnica blanca me dijo:
—Hola, Mike.
—¿Qué estoy haciendo aquí?
—Mi nombre es Olipso. Yo era la criada de Helen, hasta que decidió escapar por motivos que desconozco. Lo teníamos todo preparado para la ceremonia. Nuestra organización no tolera a fugitivos. ¿Te gustaría conocer nuestra organización?
—No, no me interesa en absoluto. Preferiría estar en mi casa y seguir con mi rutina diaria.
—No querer saber nada de nuestra organización es lo mismo que no querer pertenecer a ella. Lo cual es un atentado contra todos nuestros principios. No saldrás de aquí con vida.
Al terminar de hablar salí corriendo; de repente unas criaturas con cabeza humana y partes de animales unidas a su cuerpo comenzaron a perseguirme. No pude verlas con claridad, excepto a una de las criaturas, la cual tenía brazos de gorila ensamblados de algún modo al tórax. Me agarró con una fuerza tremenda mientras me preguntaba: "¿Qué lugar es este? ¿Qué clase de atrocidades se están cometiendo en este lugar?"
Me llevaron a una gran sala en la que estaban presentes famosos aristócratas y políticos importantes de todo el mundo entre muchos otros. Todos ellos vestían con túnicas, las cuales variaban de color según su sexo. Las mujeres vestían con túnicas blancas y los hombres con túnicas negras. Yo estaba en aquella sala, amordazado y maniatado sin poder hablar ni moverme y tal y como estaban sucediendo las cosas, aterrado.
De pronto, en la gran sala se abrió una puerta por la cual salió un hombre con una túnica roja. En ese mismo momento todos guardaron silencio. El tipo de la túnica roja con paso lento pero firme se dirigió hacia el altar de la gran sala y colocando sus manos en el atril dijo en voz alta:
—Hoy tenemos a un invitado muy especial el cual contemplará nuestro soberano poder oculto antes de poder sentirlo por mí mismo. Pero antes de comenzar con el ritual de iniciación quiero hacer una alegoría sobre un hecho del cual todos aprenderemos mucho. Llevad a ese profano a una celda de inmediato.
Me vi otra vez con la cabeza cubierta por un saco mientras me arrastraban por el suelo hasta llegar a otra habitación. Estaba encerrado, maniatado. Escuchaba lamentos, insultos y gemidos horribles que no parecían ser humanos. Entre rugidos de lo que parecían ser fieras salvajes unas veces y otras gemidos de dolor humanos, me di cuenta de que estaba maniatado con una cuerda de algodón. Tardé unos minutos en poder liberarme de las cuerdas; acto seguido me quité el saco que me cubría la cabeza y vi un imperdible que estaba enganchado al saco.
Pensé que tal vez con el imperdible podría conseguir abrir la cerradura de la puerta utilizándolo como ganzúa. De repente entre los gemidos y ruidos de las bestias escuché pasos acercándose hacia mi celda. De inmediato volví a ponerme el saco en la cabeza y puse mis manos en la espalda aparentando no haberme liberado de las cuerdas. Gracias a Dios pasaron y no se pararon a mirar en mi celda.
Me volví a quitar el saco de la cabeza y me dispuse a abrir la cerradura de la puerta con el imperdible. Al cabo de cinco minutos “Bingo”, lo conseguí. La puerta ya estaba abierta. Cogí la cuerda de algodón, que no tenía más de un metro de longitud, por si era necesaria. Salí a un pasillo con puertas de hierro a los lados.
Aquello parecía una prisión, exceptuando que las puertas no tenían rejas y los restos de sangre, que provenían de cada habitación siguiendo su curso hasta un sumidero que había en el centro del pasillo.
Aquel panorama era dantesco. Tenía que salir de ese maldito lugar a toda costa. Salí de aquél pasillo abandonando los ruidos infernales de las criaturas que debían estar encerradas en las celdas para subir unas escaleras que daban a otro gran salón.
¿Dónde diablos estoy? Pasé de estar en un horrible pasillo escuchando gritos y rugidos de bestias para entrar en una gran sala limpia con seis gruesos pilares a cada lado. Volví a escuchar el eco de unos pasos de lo que parecía ser un grupo de personas acercándose.
Rápidamente me escondí tras uno de los pilares. Tenía que hacer acopio de voluntad para ser sigiloso. Estaba temblando de miedo. Habiendo pasado ya el grupo de personas me dirigí hacia una de las dos puertas por las cuales aún no había pasado. Intenté acercarme para abrirla pero no llegué a conseguirlo por una especie de campo de fuerza que me impedía el paso hacia la puerta.
En la puerta había unos símbolos muy extraños y tras ella se podían escuchar oraciones y cánticos. Así que me decanté por huir por otra puerta.
Sin hacer ni pizca de ruido, abrí la puerta y me encontré a un miembro de la secta frente a mi de espaldas. Sigilosamente me acerqué a él por la espalda y con la cuerda lo estrangulé hasta que murió. Cuando lo miré a los ojos, me di cuenta de que tenía ojos de lagarto. ¿Cómo era posible eso en una persona? Estaba muy nervioso, a poco de perder la cabeza, pero no sé de dónde saqué las fuerzas para seguir pensando en huir.
El terror invadía todo mi ser. ¿Eran esas criaturas reales?, ¿o quizás estaba dentro de una pesadilla? Cogí la túnica del cadáver y me la puse para no llamar la atención. El cuerpo lo escondí tras uno de los pilares con lo cual debía de salir de aquel lugar infernal antes de que encontraran el cuerpo.
Era cuestión de tiempo y de suerte. Seguí caminando, cruzando habitaciones y subiendo escaleras, mientras por mi lado pasaban miembros de la secta. Entre en otro largo pasillo con muchas puertas a mi derecha y a mi izquierda. De repente escuché dos voces familiares.
Inmediatamente entré en una habitación que había a mi derecha. Al no ver a nadie dentro de la habitación puse mi atención en asegurarme de si había reconocido esas voces o todo era imaginación mía. No eran imaginaciones mías, esas voces eran la de Jack y la de Helen los cuales caminaban por el pasillo riéndose y hablando.
Pegué mi oreja derecha en la puerta para poderlos escuchar mejor con la esperanza de que no abrieran la puerta. Eso sería demasiada casualidad. Entonces escuché decir:
—Te dije que en cuanto viese a una mujer guapa se convertiría en su perro faldero. Ja ja ja ja ja.... —Dijo Jack.
—¡Qué ingenuo el tal Mike, pero también es verdad que no es fácil darse cuenta de nuestros planes, ya que actuamos en la oscuridad. Pero aún así, ¡qué imbécil el pobre!. Ja ja ja ja ja ja... —respondió Helen.
—Espero que lo despiecen ante todos como hicieron con el último comisario de la ciudad. Me tomaré un trago a su salud cuando esté muerto o algo peor.
—¡Increíble! —pensé.
¡Jack y Helen idearon una estratagema para que me capturasen! ¡Malditos! Jack era mi amigo y Helen..., bueno, Helen en verdad era una incógnita en sí misma.
Con el sabor de la traición en mis labios y el cruel destino que para mí parecían tener preparado mi determinación por abandonar ese lugar creció, como también creció en mi interior un fuerte deseo de venganza que tuve que reprimir en aquél momento. Esperé a que Jack y Helen salieran del pasillo para salir, no sin antes haber registrado la habitación. En el cuarto había una cama de matrimonio, dos mesitas a los lados de la cama, una bandera con símbolos de épocas e ideales distintos, y un armario. Los símbolos que vi pertenecían a culturas y épocas diferentes. Una esvástica nazi, el ojo de Osiris, entre otras. En el armario no había nada de interés a diferencia de la mesita de noche en la cual encontré un revolver cargado y munición abundante.
Aparte de darme más tranquilidad (cosa que necesitaba) un revólver no es la forma más sigilosa de abrirse camino, por lo tanto solo debía usarlo en caso de grave emergencia. También encontré el cuaderno de bitácora de un militante de la secta. No contenía más de veinte páginas pero dentro si encontré datos escalofriantes.
Para empezar (según el cuaderno) la secta tenía militantes de todo el mundo y de todas las clases sociales, desde miembros políticos de muchos países importantes hasta actores famosos, mercenarios o ladrones y asesinos de baja estofa.
En el cuaderno el autor relataba atrocidades varias como el implante de órganos o extremidades de animal a humanos y viceversa. En concreto relataba como uno de sus “hermanos” perdió la cabeza en un experimento y se volvió loco tras haberle implantado los ojos de un lobo.
Tras el implante tuvieron que matarlo. También habla sobre los orígenes remotos de dicha secta, que según el cuaderno se remontan a tiempos anteriores a la civilización mesopotámica. También cuenta que antes de que ninguna civilización existiera los hombres adoraban con respeto a los elementos de la naturaleza como el agua, el aire, el cielo, la tierra o el Sol, y que estas deidades fueron substituidas por otras imaginarias que ellos impusieron tras la construcción de la primera ciudad civilizada.
También habla sobre seres de otro planeta, pero no especifica mucho. Solo dice algo sobre una especie de deidad extraterrestre llamada “Obnitrión”, el cual volverá del espacio cuando la tierra esté preparada para repartir su gracia.
En verdad no sabía si fiarme de todo el contenido del cuaderno, pero ya había visto el resultado de esos experimentos en las bestias que me atraparon la primera vez que intenté huir.
Me asomé por la ventana y pude ver que no me encontraba en mi ciudad, sino en un desierto que no reconocía, además estaba anocheciendo y la entrada estaba vigilada por guardias armados. En ese instante pensé que no había escapatoria posible, que estaba condenado un destino cruel.
Pero siempre era mejor morir de hambre o de sed en un desierto que ser la cobaya de los macabros experimentos de este grupo de lunáticos cuyos conocimiento esotéricos parecían encandilar o amedrentar a propios y a extraños. Aunque los nervios parecían querer hacer a mi corazón estallar recuperé el aliento y me concentré en lo que era necesario en realidad.
Tenía que huir costara lo que costara. Además era cuestión de tiempo que encontraran el cadáver de la criatura con ojos de reptil que maté o la celda vacía. Tenía que encontrar un medio de distracción para poder escapar, pero, ¿cómo?
Volví al pasillo y seguí caminando como uno más de los seguidores de la secta. Llegué al final del pasillo, abrí la puerta con la máxima precaución para no hacer ruido y tras ella me encontré a Jack solo en lo que parecía ser una antesala. En ese preciso instante di gracias al cielo por el hecho de que la túnica llevara capucha. Pero cambié de opinión cuando pensé que quizás él podía decirme cómo salir de ahí. Así que hice un cambio de planes substituyendo el sigilo por la amenaza. Directamente le apunté con el revólver a la cabeza. Por suerte él aún no me había reconocido gracias a la capucha.
—¡No me mate, por favor!, ¡no dispare!
Le dije que me acompañara a la habitación o le volaba los sesos por los aires. Y así lo hizo. Cuando me quité la capucha pude ver un gesto mezcla de miedo y sorpresa en su cara.
—¡Joder, Mike! Tú no deberías estar aquí. ¿Qué estás haciendo en este lugar? Este lugar es peligroso para los extraños. Mike, debes de salir de aquí.
—Eso es precisamente lo que busco, Jack. Una forma de salir de aquí. Tú vas a ser de mucha utilidad
—Esto es muy extraño, Mike. ¿Por qué me apuntas con un arma?
—¡A callar sabandija asquerosa! Ahora mismo vas a decirme cómo escapar de este lugar o te mataré.
—Somos amigos, Mike. Tú no me dispararías.
—Ponme a prueba si te atreves, sé lo que hiciste para que me capturaran, maldito bastardo. Para empezar me vas a decir cómo salir de aquí, si quieres seguir con vida.
—Eso es imposible, Mike, todas las entradas y las salidas están vigiladas para que no entre ni salga nadie durante la ceremonia que se está celebrando. En este momento los cuatro grandes maestros están hablando con los militantes más importantes.
—Pues entonces me vas a hablar sobre este edificio.
Jack me contó que el edificio tenía tres plantas y dos sótanos. El primer sótano estaba destinado a retener a los capturados y a las bestias ya domadas, y el segundo sótano era donde guardaban a las bestias aún sin domar y donde realizaban experimentos raros que él no conocía.
En la planta baja estaba la puerta de salida, en la primera planta era donde realizaban las ceremonias. En la segunda planta era donde se guardaban los textos nuevos y antiguos y en la tercera donde dormíamos todos los invitados y los residentes.
Una vez Jack estuvo maniatado y amordazado dentro del armario, seguí registrando la habitación para ver si encontraba algo de utilidad. Solo encontré una caja de cerillas, lo cual me dio una idea. Incendiar el edificio. Pero esa idea suponía un problema y era que para empezar el edificio estaba en mitad de un desierto. Por otra parte si prendía fuego a la planta equivocada todos saldrían a fuera y yo corría el riesgo de ser pillado infraganti mientras huía por el desierto.
Así que el plan debía de ser diferente. Tenía que hacer que los guardias entraran primero. Por lo cual me dirigí directamente (pasando desapercibido) al segundo sótano. Mi plan era liberar a las bestias salvajes para así hacer entrar a los guardias y a la vez hacer que interrumpieran la ceremonia en la primera planta.
Pero antes de todo, tenía que provocar un pequeño incendio en la biblioteca de la segunda planta para que cuando las bestias llegaran persiguiendo a los militantes de la secta avivaran las llamas al abrirse las puertas. Era un plan muy arriesgado pero no disponía de mucho tiempo antes de que encontraran la celda vacía o el cadáver de aquel “híbrido” reptil-humano.
Llegué al segundo sótano después de haber originado un pequeño foco de incendio. El humo junto con la falta de oxigeno no dejarían crecer mucho las llamas. Pensé que con suerte nadie entraría a la biblioteca y eso me daría tiempo suficiente para investigar el segundo sótano. Los rugidos de las bestias eran ensordecedores. Llegué a un pasillo con muchas puertas a los lados y otra al final del pasillo.
Mi presencia puso a las bestias aún más nerviosas, por lo cual saqué el revolver por miedo a que alguien se interesara por los ruidos. No apareció nadie. Así que con revólver en mano me acerqué a la puerta del final del pasillo y ¡bingo!, había un cartel junto a la puerta en el que se distinguía claramente “SALA DE CONTROL”, la fortuna parecía sonreírme pero tenía el mismo miedo por las bestias que por mis nervios, los cuales podrían traicionarme y cometer un error.
Abrí la puerta de la sala de control y dentro me encontré a seis individuos observando por videocámara las celdas de las bestias. No dude ni un instante en disparar. Maté a cinco de ellos, porque fallé el sexto tiro. No soy un experto con las armas.
Así que no me quedó más remedio que enfrentarme a él cuerpo a cuerpo. Entre empujones y golpes yo pretendía impedir que diera la voz de alarma pero era un tipo robusto y corpulento. Tuve que utilizar un extintor darle un fuerte golpe en la cabeza para tumbarlo al suelo, luego en el suelo le di otros diez golpes.
El tipo o quedó inconsciente o murió, no me paré a averiguarlo.
Una vez reducidos los seis tipos, volví a cargar el revólver y entonces miré en el panel de control para encontrar el modo de abrir las celdas y liberar a las bestias. Por los monitores no se podía distinguir bien lo que había dentro de una celda oscura.
Seguí buscando botones o palancas y al final encontré una máquina conectada a un generador con una palanca. Estaba seguro de que los demás botones no servirían para abrir las celdas y por otra parte el tiempo se me agotaba. Tenía que intentarlo con esa palanca. ¡Funcionó! Las celdas se abrieron y comenzaron a salir unas criaturas espantosas mezcla de reptiles, humanos, aves y demás mamíferos como osos o leones.
Pude distinguir claramente entre las demás bestias a un león con cabeza de hipopótamo. Tales eran las atrocidades que se cometían en ese lugar. Todas se dirigieron a las escaleras las cuales yo había dejado con las puertas abiertas de par en par. Esperé a oír gritos provenientes de arriba para salir por la puerta estando seguro de que no quedaba ninguna bestia.
Al oír los primeros gritos abrí la puerta de la sala de control y salí al pasillo. Seguí caminando con el revólver en mano lentamente hacia las escaleras cruzando el pasillo hasta que oí un balbuceo muy extraño. Me giré para comprobarlo y lo que vi no entraba en mis planes. Una criatura con cabeza y cuernos de cabra, torso humano brazos de orangután y piernas de caballo.
No sé ni cómo se sostenía en pie. Descargué el revólver, pero lo único que conseguí fue ralentizarla un poco. Eché a correr hacia las escaleras con aquella bestia persiguiéndome sin pensar en lo que me iba a encontrar arriba. Cuando llegué arriba pude ver mientras corría la masacre que las bestias habían provocado con los guardias, además el incendio se había avivado tal y como predije.
Mi plan habría salido redondo si no fuera por la bestia que me estaba persiguiendo. Solo me quedaba librarme de la bestia, cruzar la puerta principal y salir. Para librarme de la bestia Cerré la puerta que daba acceso a la parte baja con cerrojo. Y ya solo tuve que salir por la puerta para escapar en una vieja motocicleta.
El edificio ardió por completo, no hubo supervivientes. Vi helicópteros pasar sobre mí mientras me escondía de ellos y también vi coches a lo lejos. Esta historia la escribo dentro de una cueva ahora que estoy muriendo de sed en pleno desierto, rodeado solo por el aire, los arbustos y los pequeños bichitos a los que antes odiaba tanto y ahora me parecen bien porque cada uno ocupa su lugar.
De todas las bestias que vi, las peores fueron humanas.