La forma de la pesadilla: Capítulo 9

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Jinete Volad@r
Miron
Bakala
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Sección 09: Guerras Invisibles​

El 51° Milenio es un período de inmensa desconfianza y aversión mutua. El hombre se volvía contra el hombre, como ya estaban tristemente acostumbrados a lo largo de la historia, y los Imperios Secundarios, Conglomerados Xenos y varias otras naciones y poderes interestelares, cerraban sus fronteras en un mortal miedo a la contaminación. El tráfico interestelar se aisló a pequeñas zonas, centrado alrededor de pequeños grupos sombríos de sistemas gobernados por sus despiadados Señores Feudales.
Las misiones de espionaje, seguimiento y asesinato se hicieron mucho más comunes que en periodos anteriores. Muchos espías mundanos, desde millones de mundos, se paseaban indetectados por suelo rival enemigo, observando, interfiriendo y, ocasionalmente, asesinando. Todo para avanzar en las agendas de sus empleadores individuales.
Por supuesto, como una víbora entre serpientes de hierba, estos fisgones relativamente inofensivos estaban lejos de ser las únicas fuerzas invisibles, manejando sus operaciones mortales y engañosas a través de la dura galaxia.
Durante el oscuro día de la muerte del Emperador, los sobrevivientes afirman que ocurrieron eventos muy misteriosos. Se decía que los Custodios estaban sobre las calles de Terra. Todos ellos. No dieron ninguna explicación, y cualquier patrulla de Arbites que les desafiaran eran en un instante echados a un lado. El mismo Valdor lideró la marcha, sus ojos ardiendo en la pena, mezclado con furia enmudecida. Nadie supo lo que los movilizaba por la ciudad, hasta que ingresaron en los terrenos de los Templos Assassinorum. Supuestamente escondidos de todos, los Custodes los encontraron inmediatamente, y con gran furia, tiraron abajo las puertas. Luego de hacer eso, encontraron que todos los templos estaban vacíos. Bueno, no del todo vacíos. El Señor del Capítulo, obviamente esperando invitados, había dejado casi mil Asesinos Eversor detrás. La batalla fue feroz y brutal. Muchos Custodes murieron, así como Eversor. Eventualmente, la lucha se derramó hacia las calles llenas de peregrinos en shock. Aunque solo quedaban un centenar de Eversor, éstos utilizaron las enormes multitudes alrededor a su ventaja, atacando a los gigantes dorados mientras estaban empantanados entre millones de peregrinos aterrados y gritando. Sin embargo, los Custodes, con gran valor y furia, mataron a todos los Eversor, los cuales explotaban en todos lados, haciendo colapsar edificios y dejando cráteres en los caminos, mientras miles de hombres y mujeres morían repentinamente ante estas detonaciones biológicas.
En vez de regresar al Palacio, estos aparentemente herejes Custodes requisaron transportes, y se fueron a toda velocidad hacia Titán. Se decía que su líder tenía lágrimas en sus ojos, mientras pronunciaba la palabra ‘Absolución’.
Para ese entonces varios Inquisidores lograron reunir una gran fuerza de la Guardia Imperial, super-hombres Terranos de las FDPs, Puños Imperiales y Arbites, y cargaron dentro del Palacio para defender al ahora indefenso Emperador. Sin embargo, ya era demasiado tarde. El trono había fallado. El Emperador estaba muerto, y de él se derramaba una ola de pesadillas disformes en su estado más puro. Los Inquisidores y los Puños Imperiales lo intentaron tanto como pudieron, pero pronto, todo el palacio estaba invadido, y luego, el mundo entero.
Aunque gran parte del Capítulo de los Puños se fueron del planeta (algo que será detallado después) y nunca vieron la batalla, se decía que los últimos seres vivos en Terra eran los Puños Imperiales, quienes luchaban contra la espesa oleada de demonios, hasta que su retorcida carne los enterró, literalmente, y aún así, debajo de la marea hirviente de suciedad, se oían detonaciones retumbantes de los Puños aún vivos debajo, al menos durante un par de desafiantes horas antes de ser abrumados completamente.
Estos testimonios de testigos evocan ciertas preguntas. ¿Por qué se fueron los Custodios? ¿Se lo ordenaron? Si así fue, ¿Qué vio el Emperador? ¿Por qué los Custodios asaltaron tan viciosamente los Templos del Assassinorum? ¿Dónde estaba el Gran Maestre y sus discípulos? Y, más importante, ¿Qué ocurrió con el Emperador?
Para estas preguntas, solo unos pocos tenían respuestas potenciales. Una de ellas se relaciona con el Assassinorum. El Officio pareció desvanecerse durante los primeros quinientos años del M42. No obstante, se documentaron breves vistazos de seres vestidos de negro a través de cada Imperio, desde el Imperio Occidental del Caos, hasta los campos de ceniza del Imperio de los Diablos de Ojos Blancos.
Algunos eran, obviamente, asesinos renegados, que atacaban aleatoriamente a centros de gobierno, pues ellos no tenían órdenes, y no sabían cómo reintegrarse en la sociedad normal. Estos delirantes y retorcidos seres creían que el estado natural de las relaciones entre planetas era que no hubiera ni Gobernadores ni Oficiales. Habían crecido desde niños bajo la idea que asesinar a estos objetivos era la mayor de las piedades. Por lo tanto, ya que los gobernadores eran el objetivo más común en sus vidas pasadas, estos renegados infantiles continuaron matando a gobernadores de sus mundos. En un caso extremo, se dijo que una asesina Callidus había matado a cada Gobernador en el Mundo Industrial Gox, por cuarenta años. Cada vez que un reemplazo heredaba el título, la delirante asesina, creyendo que todos los gobiernos estaban mal, los mataba, a cada uno de una forma y con un aspecto distinto. Eventualmente, los desesperados gobernadores de dicho mundo contrataron mercenarios Demiurgos, para que buscaran trazas de polimorfos. El rastro les llevó hasta un distrito habitacional deteriorado. Para estar seguros de su ejecución, todo el complejo fue quemado. Los ataques se detuvieron.
Por supuesto, otros parecían estar siniestramente mucho más organizados. Los objetivos estratégicos fueron atacados. Mercantes fueron asesinados, o sus familias intimidadas. Estos asustados grupos de mercantes y especuladores menores, a menudo terminaban aliándose para protegerse, y usaron sus recursos para contratar fuerzas desde varios Imperios para resguardarse de los asesinos. Esto llevó, en algunas regiones remotas, a que varios Imperios comenzaran a ofrecerse pactos de no agresión entre ellos. Por supuesto, eran tratos muy frágiles, y muchas veces se quebraban ante la más sutil de las provocaciones. Pero sin embargo, se veía como si los Asesinos, quizás consciente o intencionadamente, estuvieran intentando unir al Imperio de vuelta. No todos los Señores de la Guerra de los Imperios Secundarios apreciaban esto, pues cada asesino capturado era torturado, interrogado y quemado vivo. Aquellos asesinos Callidus, Vindicare, y Culexus atrapados, solo decían una palabra a sus captores, antes de ser ejecutados: “Heracles”.
En contraste, a través del 51° Milenio, como si la constante brutalidad, las guerras y la paranoia en general no hicieran ya a este período lo suficientemente miserable, varias facciones de la temida Legión Alfa comenzaron a brotar una vez más. Por supuesto, no se veían Marines, solo el símbolo de las Hidras pintado en escenas de carnicería que dejaban al despertar. Bombas fueron plantadas, oficiales pro-alianza masacrados o brutalmente mutilados. En algunos casos, varios secretos defensivos importantes de varios Imperios eran vendidos por misteriosos espías de la Legión Alfa a Imperios rivales o xenos, quienes usaban este conocimiento para destruir a sus enemigos, de la nada más que por un pesar sanguinario.
En todo lugar donde las alianzas hayan sido inducidas por el Officio Assassinorum, eran resquebrajadas por los agentes aún más misteriosos de la Legión Alfa.
Nadie sabe con certeza cuantos legionarios Alfa murieron durante los primeros mil años del M42, pero muchos están de acuerdo en que muy pocos sobrevivieron ante el Nuevo Devorador. Así, el remanente de la Legión Alfa se volvió mucho más astuto. Las células de la Legión estaban tan excelentemente escondidas, que no fueron descubiertos hasta que las bombas o cualquier ataque planeado, se llevaran a cabo. Se sospecha que muchos de sus funcionarios ni siquiera son Astartes, sino que trabajan entre los demás ciudadanos de la galaxia, sembrando la discordia discretamente.
De todos modos, estaba claro que las dos organizaciones, asesinos y la Legión Alfa, estaban en guerra. A veces era política, otras, más directa, siendo las brutales trifulcas en las calles tranquilas y ejecuciones en callejones los principales modus operandi entre ambas fuerzas. Ambos lados tenían poca idea de sobre cuál era el propósito de esta guerra, pero en general, se mantuvo como un conflicto secreto y escondido. La guerra invisible, luchada entre los pies de la humanidad. Cuando la guerra estalló entre vastos ejércitos e imperios escuálidos, también lo hizo cada juego de espías y asesinos al tratar de ser más astuto o sobremaniobrar al otro. Debido al secretismo del conflicto, se sabe poco sobre cada lado.
Se sabe que varios marines tunicados podrían estar conectados con la Legión Alfa, uno de ellos bajo el título de ‘la Voz Respondida’, un tipo misterioso, que siempre lleva dos pistolas pero no otras armas. Una vez, se le vio envainando una espada, pero evidentemente ya no más.
Por supuesto, esta guerra de subterfugio y asesinato no era tan simple como una mera lucha entre Asesinos y Terroristas. Varias otras facciones enturbiaron las aguas. Se sabe que una Cábala de seres misteriosos estuvo en contacto con ambos bandos, participado en una extraña guerra de conversión por su propia cuenta. Los míticos ‘flexibles’ (Hrud) se volvieron más prevalecientes, en particular abordando naves del Adeptus Mechanicus, en ocasiones matando a sospechosos de ser Cultistas del Dragón o C’Tanistas en sus propias camas, y arrastrándolos hacia la oscuridad. Estos extraños seres estaban en constante guerra con la Cábala, y con los Asesinos (según se afirma). Los Imperdonados, los últimos cientos de sobrevivientes de los Ángeles Oscuros y sus sucesores, lucharon guerras de guerrillas contra cualquier baluarte sospechoso de la Legión o del Caos en la galaxia, sus números demasiado pequeños y demasiado dispersos ahora para luchar en verdaderas guerras a gran escala. Se sabe que odiaban a los marines encapuchados que ayudaban a la Legión, y a menudo hacían esfuerzos especiales en buscar a estos marines y matarlos dolorosamente. Telion y sus ‘Capas Grises’ eran casi héroes de leyenda entre ciudadanos Post-Imperiales a través de la zona sureste del Ultima Segmentum. Llegaban a un mundo, sin ser vistos, y destruían a líderes corruptos o villanos criminales, antes de desaparecer en el vacío una vez más. Algunos afirman que son un mito, para cubrir las pistas de campesinos rebeldes, pero algunos sospechan lo contrario.
Así, como podemos ver, la galaxia se agitaba con la guerra, en cada mundo, a cada nivel. Nadie estaba a salvo de la quebrantadora agonía que era vivir en la Segunda Era de los Conflictos.