La forma de la pesadilla: 18

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Jinete Volad@r
Miron
Bakala
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Resurgimiento Xenos: Imperios Alienígenas en la Segunda Era de los Conflictos​

Como buitres oportunistas, la miríada de naciones, imperios, colectivos y confederaciones alienígenas, por tanto tiempo suprimidas y brutalizadas durante la Era del Imperio, se alzaron una vez más, sobre el resquebrajo del poder y autoridad Imperial. Como se mencionó anteriormente, todos los intentos de emprendimientos militares concentrados de parte de la humanidad, flaquearon y cayeron después de la muerte del Emperador, y así los xenos eran libres de expandirse y dominar como quisieran, con solo una dividida colección de Imperios Secundarios y magnates de poder locales con los que lidiar.

El apoyo Astartes era esporádico e infrecuente, y a menudo era tan dañino para las fuerzas humanas, así como para los alienígenas.

Los Tau, fácilmente los más exitosos de estos Expansionistas Xenos, ya han sido cubiertos anteriormente. Sin embargo, su Imperio es solo uno de las incontables cientas de comunidades alienígenas que se levantaron durante este oscuro período, empeñados en la conquista, la masacre, y en muchos casos, la venganza.

Los siguientes son los más importantes y/o interesantes de estos grupos.

1) La Fraternidad del Enjambre Q’orl​

Sobre los (completamente arbitrarios) límites entre los Segmentum Pacificus y Obscurus, el Imperio Q’orl se desperdigó desde Loqiit, su mundo natal sagrado, hacia el punitivo vacío. Esta raza de insectoides eran viciosos y violentamente expansionistas. Expansión y victoria; estas eran las únicas justificaciones que esta insana raza requería para su Imperialismo. Una raza espacial, que viajaba en inmensos conglomerados de micro-naves conjuntas, las cuales se enlazaban para conformar colosales naves-cadena, estructuras alveolares de escala y poder tecnológico letales.

El género masculino de esta raza era de corta vida, y aquellos vivos tenían un fetichismo por sus antepasados muertos, basándose en sus obras durante generaciones, mientras que la eterna Reina del Enjambre, la matriarca, engendradora y líder de todos los Q’orl, vivía, aparentemente, por siempre.

Durante el 41° Milenio, los Q’orl no eran más que una leve molestia para el viejo Imperio, debido a su falta de naves con capacidad de viaje disforme. Pero incluso aunque los megalomaníacos alienígenas robaron un motor disforme Imperial y lo sometieron a ingeniería inversa, aún carecían del componente esencial: no poseían Navegantes que les guiaran por el reino de pesadilla.

Sin embargo, mientras el Imperio se volvía más estrecho y sobrecargado debido al Nuevo Devorador, la insectoide raza tomó la ventaja, robando y secuestrando Navegantes humanos de las naves disformes desprotegidas en el área. Los Q’orl implantaban viles gusanos cerebrales en la corteza central de los Navegantes, drogándolos y controlando a la mutante cepa humana.

Se esparcieron rápidamente desde entonces, estirando sus fronteras hasta casi cien veces durante las primeras dos décadas del M42. No obstante, esta expansión fue esporádica, y no uniforme. Los Q’orl, afortunadamente, no poseían un sistema de Astrópatas que les ayudaran con la comunicación, no pudiendo coordinarse tan fácilmente durante los viajes, en consecuencia. Sin importar esto, los Q’orl tenían una ventaja en la Disformidad. La raza Q’orl no era naturalmente emotiva, y sus naves estaban relativamente ‘tranquilas’ en la espumosa locura del éter. Incluso sus Navegantes, drogados y transfigurados por los Q’orl, apenas podían recordar haber sido humanos, y navegaban casi sin pensar por el reino de la locura, insensibles a los zarcillos de la Disformidad.

Así, incluso cuando el Emperador murió, lanzando a la Disformidad hacia mayores ataques de locura, los Q’orl estaban relativamente indemnes, y navegaron por la Disformidad de la misma forma. Por supuesto, las distancias cubiertas por sus naves se acortaron por la repentina pérdida del Astronomicón, pero sus insensibles Navegantes aún podían ir a tientas en su camino a través de la Disformidad superficial, y así continuaron su expansión.

Los Q’orl eventualmente comenzaron a cruzarse con mundos humanos, los cuales ya no recibían ayuda defensiva desde su precioso Imperio. Los jubilosos y escurridizos insectos atacaron impacientemente estos mundos. Como un gran hormiguero, los Q’orl se abalanzaban sobre los planetas. Los Q’orl guerreros y alados colmaban los cielos y se hundían en la tierra, cuyas armas de gas tecnológicamente avanzadas, operadas con su propia biología, interconectada directamente con los dispositivos metálicos, envenenaban y mataban a millones de personas, a la vez que billones de fríos y letales Q’orl descendían sobre esos mundos. Los Q’orl más voluminosos aterrizaban con micro-naves, desatando las armas más pesadas. Los tanques y emplazamientos armados eran agrietados con sus poderosos cañones cinéticos, y entonces el armamento de gas venenoso de los demás Q’orl se filtraba, matando fácilmente a los defensores.

Una vez destrozados por los perturbadoramente organizados alienígenas, los trabajadores Q’orl eran enviados al mundo. Ganado, flora, fauna, materiales de construcción y minerales preciosos; todo era saqueado por las regimentadas líneas de trabajadores, guiados por las órdenes feromonales y hormonales desde los Zánganos Comandantes, que nunca se dejaban ver. Una vez las naves-cadena fueran resuministradas, los trabajadores comenzarían a terminar con los humanos. A los Q’orl de mayor rango biológico se les llevaban miles de humanos, a los que les chuparían la sangre con sus aguijones similares a mosquitos. Luego, semanas después, los Q’orl desperdigarían sobre todos los centros de población humana cierta clase de niebla carmesí: sangre humana mezclada con feromonas Q’orl altamente avanzadas. Pronto, los quebrados y tambaleantes humanos, ahogados en fluidos feromonales sanguinolentos, comenzaban a aullar alabanzas sin sentido a los Q’orl, o el ‘enjambre estelar’, como fueron conocidos.

Cientos y cientos de mundos humanos cayeron y se transformaron de esta forma, asegurando las fronteras Q’orl con esclavos feromonales fanáticos.

No obstante, varios de los Imperios Secundarios limítrofes con la Fraternidad Enjambre comenzaron a comerciar con los viles insectoides. Desde la pérdida del Paternova y la Navis Nobilitae, los Navegantes se habían convertido en una raza moribunda. Aún así, algunos astutos Imperios cedieron tantos Navegantes como pudieron, y les persuadieron a formar comunidades de Navegantes dentro de cada Imperio Secundario que considerara esta idea. A estos mutantes de tres ojos se les concedería cualquier indulgencia o placer que quisieran. A cambio, los Navegantes tenían que reproducirse unos con otros, para engendrar descendencia Navegante, la cual sería Propiedad del Estado del Imperio Secundario, para servir en las naves a voluntad de los líderes y reyes de dichos Imperios.

Los Q’orl, desconcertados ante la biología humana, fallaron espectacularmente en esta tarea, a menudo intentando forzar a dos navegantes del mismo género para reproducirse, o intentando encontrar al Navegante más grande (o “femenino”, bajo la percepción Q’orl), y entonces plantar hormonas en ellos, con la esperanza de que se aparearan. Todos estos intentos fallaron. Sin embargo, los Q’orl confiaban en sus vecinos humanos, quienes les concedían un pequeño tributo de Navegantes endogámicos, a cambio de la seguridad ante asaltos Q’orl (a menos hasta que los Imperios Secundarios pudieran producir fuerzas lo suficientemente grandes para traicionar y destruir a estos alienígenas).

De esta manera, los Q’orl lograron dominar un gran tramo del espacio galáctico occidental.

2) Naciones de los Vorlic-Taar​

Los Vorlic estaban peligrosamente cerca de ser devorados por los Tiránidos, allí donde estaban, ubicados en el sur galáctico. Afortunadamente para ellos, Kryptmann desvió a la Flota Enjambre hacia Octarius en ese momento, sin saberlo, salvando a toda su raza.

Una raza felina, que lentamente se desarrolló en sus mundos. Nadie está seguro de cómo, pero cinco especies diferentes de Vorlic evolucionaron, aparentemente de forma independiente, en los cinco mundos habitables dentro de su sistema. Cuando enviaron los primeros cohetes químicos hacia los mundos dentro del sistema, el choque cultural fue inmenso, y las razas de Vorlic (quienes nunca vieron la necesidad de desarrollar armamento a distancia para este punto) lucharon largas y sangrientas campañas de conquista y guerra.

Sin embargo, fue en el quinto mundo donde su destino cambiaría. Los Vorlic sobre este mundo se encontraron con algunos restos de un gran naufragio. Las runas, etéreas y cambiantes, danzando sobre cada superficie, hacían que los felinos salvajes se dieran cuenta que ésta debió ser una nave de los dioses. En particular, las bellas imágenes del gran dios semi-ofidio, se volvieron foco de su veneración y devoción. Las armas sónicas que descubrieron, desde los cuerpos de los gigantes esqueletos primates a bordo, fueron vistos como un regalo de este dios serpiente, para derrotar a los enemigos de los Vorlic, y tomar su lugar entre el vacío más allá.

Los científicos del quinto planeta se llevaron las armas sónicas, y descubrieron cómo funcionaban, permitiéndoles pronto producir más de ellas. Estos Vorlic-Taar, como se hacían llamar, derrotaron fácilmente a sus enemigos. Las grandes torres doradas de sus compañeros Vorlic no eran rival para los terribles Motores Aullantes y Duelas Apóstrofas de sus conquistadores, quienes destrozaban bastión tras bastión.

Los Vorlic-Taar estaban, para el M43, unidos bajo el quinto planeta. Sus armaduras eran relucientes, bellamente talladas y esculpidas por los Vorlic en un intento de emular la antigua armadura de los dioses. De este modo, estaban totalmente sellados, y los trajes de bronce cubrían completamente los cuerpos de los guerreros felinos de Vorlic. Construido sobre los yelmos de muchos soldados de Vorlic, estaba una rejilla, desde la cual el Motor Aullante podía pulsar con golpes de ruido letales contra sus enemigos, pulverizando huesos y órganos, mientras los delgadas dagas venenosas de los alienígenas cortaban y desgarraban a los sobrevivientes en combate mordaz y brutal. Los líderes de las Tropas de Vorlic-Taar, llevaban Duelas Apóstrofas, las cuales disparaban rayos de ondas estrechas e invisibles de sonido puro, las cuales podían destrozar incluso a los tanques de guerra.

Con mucho ingenio, los Vorlic usaron dispositivos sónicos para desestabilizar la estructura del combustible químico de sus cohetes, eventualmente desarrollando una extraña forma de motor, que les permitió viajar a través del vacío del espacio mucho más rápidamente.

Así, las Cohortes de Bronce de Vorlic V se esparcieron desde su mundo natal. Su progreso fue dolorosamente lento, puesto que aún carecían de sistemas de Viaje Más Rápido que la Luz. Sin embargo, un encuentro fortuito con un pecio espacial cambiaría esto. Los Príncipes-Brujos de la 234° Cohorte, al encontrarse con el naufragio, comenzaron a tener visiones desde el éter, aparentemente de sus ‘dioses’, contándoles que dichas naves se desplazaban libremente por el espacio y el tiempo, permitiendo a los Vorlic avanzar rápidamente. Con audacia, la Flota Cohorte investigó el pecio. Encontraron muelles lo suficientemente grandes para almacenar a su flota, y todos los retorcidos monstruos a borde de la nave que pudieron haber matado a los Vorlic, fueron eliminados antes que llegaran. Así, en relativa seguridad, los Vorlic saquearon el pecio de todos los artefactos, enviándolos de vuelta a los mundos de los Vorlic-Taar.

Estas tecnologías permitieron a los Vorlic desarrollarse y desplazarse más allá de su sistema, conquistando algunas de las civilizaciones más débiles en sus cercanías. Los monstruos felinos conquistaron mundos, construyeron estatuas a su dios y a sus grandes héroes, a través de una docena de mundos derrotados por ellos. Los Vorlic eran arrogantes y vanidosos, en emulación a su maestro.

3) Los Hrud​

A través de la galaxia, en cada rincón oscuro y espacio escondido, sobrevivieron. Su sub-mundo de oscuridad y frialdad estaba oculto, entre las capas de otras civilizaciones. Se alimentaban de los restos de otras razas ascendentes, e improvisaron una civilización desde el desecho de las razas decadentes, seres arrogantes que se aferraban a la luz. Aterrados con la oscuridad. Pero aún así, observaron. Esperaron y planearon. Una raza maldecida y bendecida a la vez por su padre y dios. Malditos a esconderse en las sombras, ser las sombras. Bendecidos en soportar cualquier holocausto, cualquier horror que el Universo pudiera lanzar sobre ellos.

Ellos eran los Hrud.

Los Hrud poseyeron innumerables colonias, infestaron incontables mundos, tanto alienígenas como humanos, así como acecharon millones de naves a través de la galaxia. Así, cuando el Nuevo Devorador aniquiló a la mitad de la vida, y la perdición del Imperator clamó trillones de vidas más, los Hrud, aunque dispersos y sin duda afectados por las pérdidas repentinas de vida, no fueron tan devastados como las otras razas. Continuaron esparciéndose desde sus pozos, con sus armas de plasma disforme y tecnologías robadas convirtiéndolos en oponentes formidables.

Aunque por extraño que parezca, las infestaciones Hrud parecían ser menos frecuentes durante este período, en lugar de aumentar. En realidad, nadie puede dar cuenta de esto, pero muchos sospechan que los Hrud están abandonando sus colonias y asentamientos menores, como si estuvieran reuniendo su fuerza colectiva. Con qué propósito hacen esto es, de nuevo, un misterio.

No obstante, extrañamente, en donde se encuentran los fenómenos denominados “Penumbras”, la mayoría de los testigos afirman que los ‘flexibles’ estaban ayudando de alguna forma. Por supuesto, la humanidad, en su ignorancia, es probable que en medio del terror simplemente hayan confundido un ataque Umbra con uno Hrud, pues ambos hacen uso de las sombras para atacar.

Cuando una vez, se enviaban tropas móviles de Astartes y cruzadas Imperiales para limpiar las mayores infestaciones Hrud, la fracturada galaxia de la Segunda Era de los Conflictos no podía esperar realizar esto. Los Imperios Secundarios estaban demasiado debilitados o egoístas para ayudar a sus rivales sitiados, y las pocas fuerzas interestelares restantes del viejo Imperio eran muy escasas y tenían asuntos más importantes de los que preocuparse.

Así, el ‘imperio’ Hrud pudo permitirse enconarse, y pudieron crecer en número y poder. En algunas de las colonias humanas más aisladas, los habitantes de la superficie simplemente se convirtieron en una horda amedrentada e insensible de esclavos virtuales, mientras los Hrud tomaban un Tributo anual de esclavos, arrebatándolos, y arrastrándolos a continuación, a trabajar en las minas y las fábricas, en las profundidades en la oscuridad.

Pocos seres abandonaban los reinos sin luz de los Hrud, pero aquellos que lo lograban salían a menudo enloquecidos. Cuentan sobre enormes estructuras, nunca vistas por ojos humanos, pero que su presencia parece asombrosa. Canales complejos, arrastrando desechos y desperdicios a través del reino, mientras los quejidos de millones de esclavos quebrados murmullan tenuemente a través de las cavernosas extensiones, junto con el tintineo cansino de cadenas y grilletes, manteniendo juntos a todos los seres humanos, rotos y miserables.

Los Hrud en sí mismos son sombras hechas carne, un campo de anti-luz flotando a su alrededor en todo momento. Sus cuerpos flexibles y multi-articulados se pliegan como sombras. Ningún rincón o grieta está fuera de su alcance, pues los Hrud se arrastran entre los estrechos y ajustados espacios entre sus vastos salones negros. De acuerdo a los esclavos, los Hrud poseen bibliotecas titánicas, llenas de textos arcanos, fabricados del único material apergaminado viable disponible; piel humana. Aquellos humanos demasiado cansados para continuar trabajando, son golpeados por garras venenosas, y enviados a las chirriantes máquinas despellejadoras, en lo profundo. Ninguno de estos insanos testigos de las grandes bibliotecas Hrud saben qué está escrito exactamente sobre esos interminables textos, aunque si las historias sobre los recuerdos genéticos perfectos de los Hrud son ciertas, sus bibliotecas podrían ser historias bien documentadas de toda la galaxia, desde la creación de los mismos Hrud. Los Hrud han estado observando durante incontables milenios. ¿De qué secretos nos están privando?

Algunos de los prisioneros más enloquecidos afirman que han atestiguado el centro de la gran fortaleza Hrud. Ellos, rodeando un monumento negro perfectamente esférico, con sus formas sombrías postradas ante este orbe. Otros afirman que los Hrud emergen ocasionalmente a la superficie, durante la noche, arrastrando a esclavos selectos con ellos. Allí, se encuentran con naves gigantes y angulosas, tan grandes como ciudades, pero silenciosas como susurros. Los Hrud entran en estas misteriosas naves, antes de regresar horas después, forzando a los esclavos humanos a arrastrar pesados suministros de comida, adornos y objetos relucientes, sobre las propias naves titánicas. Evidentemente, si estos ilusos lunáticos dicen la verdad, los Hrud están seguramente suministrando y ayudando a otra raza, aún desconocida. Una raza que potencialmente aún no revela su mano.

Sea lo que sea a lo que los Hrud sirvan, y cualquiera sean sus relaciones con el universo exterior, una sola cosa es segura:

Los Hrud están listos. Los Hrud están esperando.

4) El Imperio Comercial Thexiano​

El Imperio Comercial Thexiano comenzó siendo pequeño, abarcando a las civilizaciones Borlac, Nicassar y Loaxtl en su red de intercambio interestelar. Estas civilizaciones prosperaron y crecieron, en la seguridad de ser parte de un todo mayor, estimulando aún más el comercio entre razas. El miedo al Imperio Humano fue lo que los reunió al inicio, luego, el miedo al Nuevo Devorador juntó a más razas a esta alianza, incluyendo a los acuáticos Actorianos, los Nekulli, los Soldados de la Fe Guerrera Drong, e incluso a la gran Oppressionaia de Ka’Vallimar, un grupo de alienígenas ofidios casi inconscientes, enteramente gobernados por un solo grupo de cinco individuos, quienes fueron oprimidos emocional y conceptualmente por las mentes líderes de sus compañeros, asegurando así una opresión total y sagrada.

Inicialmente, este agrupamiento se debió a temores mutuos, más que a una causa común, y las ganancias del Imperio se hundieron ligeramente en los primeros años, directamente después de la muerte del Emperador, aunque eventualmente fue a través de la manipulación y el subterfugio de la Élite Thexiana, los gobernadores de Thex Prime, y líderes no oficiales de todo el Imperio Comercial.

Antes que la Élite Thexiana se alzara entre los Thexianos, la raza no era nada. Estaban confinados a sus lunas de sangre: planetas rojos y polvorientos con pocos recursos. Un día, varios siglos antes de la Segunda Era de los Conflictos, la Élite Thexiana comenzó a aparecer dentro de la sociedad Thexiana, haciendo su camino dentro de posiciones de poder a través de las lunas de sangre. Eran astutos y carismáticos más allá de la razón. Sin embargo, solo una de sus formas se veía como un Thexiano. Sus formas de batalla eran horribles de contemplar, pues se retorcían a monstruos similares a murciélagos. De todas formas, la Élite Thexiana gobernó Thex Prime casi perfectamente, y su lado monstruoso solo fue desatado sobre el enemigo y los criminales. Como se podría deducir, la imagen Thexiana de estos Élites tenía solo fines estéticos, pues era la otra su forma verdadera. La Élite Thexiana se infiltró en las posiciones de mando de todas las naciones miembros del Imperio Comercial, tomando el aspecto de cualquiera fuera la raza que buscaran liderar. De esta forma, mantuvieron la paz entre las civilizaciones.

Bajo la siniestra y atenta mirada de la Élite, el Imperio fue dirigido a nuevas alturas. Más y más razas comenzaron a unirse a los Thexianos. La más notable y ansiosa de estas nuevas razas fueron los misántropos Tarellianos, quienes inicialmente comenzaron comerciando con los Actorianos, los cuales desarrollaron una técnica artificial de gestación, permitiendo a los Tarellianos reforzar sus decrecientes números con ‘nuevos Tarellianos’ biológicamente acelerados.

Los herreros Grongolem de aspecto troll, fueron otra raza que se uniría, encargados por el Imperio para producir naves, fábricas y vehículos comerciales/militares de la más fina calidad.

Pronto, este Imperio de comercio expandiría su red a través de varias civilizaciones dispersas, tanto primitivas como avanzadas, por el noreste galáctico. Sin embargo, más temprano que tarde, la Élite Thexiana entraría en conflicto con una creciente fuerza: el Imperio Tau. Los Nicassar eran una raza aliada del Imperio Tau para el M41, y durante los M42 y M43, habrían sido casi totalmente integrados. No obstante, los Thexianos tenían también una gran influencia entre los psíquicos Nicassar nómadas, y pronto se levantaría una disputa entre los dos imperios xenos, con Aun’Tali’e denunciando a los Thexianos como ‘abusadores egoístas de los desfavorecidos’. Esto, por supuesto, era verdad (pues la Élite Thexiana adoptó una política de ‘supervivencia del más astuto’), pero esta no era la verdadera razón para el antagonismo Tau. Los Thexianos ofrecían otra ruta, una opción distinta al Bien Supremo. Mientras los Imperios Secundarios no ofrecían más que tiranía y genocidio a los xenos, los Thexianos brindaban una alternativa viable. Los Tau no podían aceptar esto. La gota que rebasaría el vaso vendría en el 825.M45, cuando se descubrió un plan Thexiano para instalar Élites Thexianos en la sociedad Tau. La guerra se declaró ese mismo año.

La maquinaria militar Tau, para ese entonces, fue impresionante en su avance y poder, ya que se le había permitido desarrollarla en ausencia de control Imperial desde la caída del reino del Emperador, y el horroroso caos que envolvió a la galaxia. Mientras los Tau tenían un ejército dedicado para su Imperio, el sistema Thexiano, siendo basado en el comercio y el intercambio, usó sus riquezas y poder para llevar inmensas fuerzas de mercenarios desde toda la galaxia.

Las fuerzas empleadas por la Élite Thexiana eran diversas y numerosas. Oseófagos Ulthianos, bestias no-humanoides, pagadas con los huesos de niños Tau. Fúlgaros Nestrinianos, extrañas criaturas gaseosas, contenidas dentro de armaduras de combate humanoides. Y por supuesto, partidas de guerra Nekulli, guerreros Loaxtl, e Iglesias enteras de Monjes-Guerreros de la Fe Drong, cantando encomios a sus dioses de batalla mientras mataban con sus Cañones Despedazadores Sagrados, fueron atraídos a la guerra, pues ya eran parte del Imperio Comercial. Además, se compraron batallones enteros de Soldados-Siervos de la lejana Krieg. En la columna vertebral de estas fuerzas de mercenarios, estaban los Soldados Tarellianos, los cuales se habían convertido en un ejército enorme y profesional, leales a los Actorianos, que a su vez, eran leales a la Élite Thexiana. Estos ejércitos se equipaban a sí mismos, o eran equipados por los Grongolem, y estaban ansiosos por matanzas y ganancias.

Desplegados contra ellos habían más de diecisiete flotas de la 50° Esfera de Expansión de los Tau, al mando del Comandante Moonblade, un infame comandante, conocido por ser brutal incluso entre los Tau, ofreciendo a los mundos la muerte o la conversión al Bien Supremo, dando solo unas horas para escoger, antes de bombardear y posteriormente, invadir. Un gran número de Aguijones Alados de Véspid, varias hermandades de Demiurgos, ejércitos humanos de Gue’Vesa y Hu’Sta, y la Liga de los Avan, alienígenas extraños y translúcidos con avanzada tecnología láser, formaron alas auxiliares de esta gran fuerza.

Los Kroot, como siempre, apoyaron a ambos lados durante el conflicto, para gran disgusto de los Tau.

La situación en el lejano este galáctico, durante el despertar del Nuevo Devorador, era particularmente mala. Donde una vez la Franja Este estuvo llena de vida, ahora cuatro de cada cinco mundos previamente inhabitados fueron dejados como cáscaras de roca desierta. A menudo, era sobre estas rocas donde se luchaban las brutales y sangrientas batallas entre los Thexianos y los Tau. Y fueron muy sangrientas. No se ofreció misericordia, y se hicieron cosas horribles en ambos bandos; guerra biológica, asaltos orbitales, bombardeos incendiarios, armas nucleares, víruses y retro-víruses; todo fue usado en algún momento, además del armamento convencional.

Enormes flotas alienígenas forcejearon en el vacío, mientras ejércitos de multitudes de xenos lucharon ferozmente a través de las bolas de roca. Los Tau lucharon con la amargura de un niño heredando un legado en ruinas, y el bando Thexiano luchó por la codicia y un orgullo asesino e implacable. Debido a la pequeña cantidad de humanos involucrados directamente en la guerra, los Imperios Secundarios apenas se daban cuenta de lo realmente masiva que fue la guerra Thexiana-Tau. Ésta duraría hasta el 46° Milenio, y clamó billones de vidas (especialmente cuando los Ruidosos Reek se unieron a la guerra, del lado de la Élite Thexiana), antes que el Imperio Comercial Thexiano y el Imperio Tau acordaran una zona desmilitarizada de espacio entre ellos, la cual tenían prohibido cruzar.

Esta paz, sin embargo, no tenía valor alguno. En la Segunda Era de los Conflictos, la paz era, en el mejor de los casos, un error de cálculo, y en el peor, una mentira descarada. Los mercenarios no empleados continuaron asesinando y saqueando después de la guerra. La sangre y el dolor eran la única moneda que realmente tenía valor alguno durante este período.