Barth piensa que los demonios no tienen realidad en sí mismos, que representan, en el lenguaje del mito, la rebeldía del hombre frente a Dios. Esta rebeldía se expresa en los pecados como poderes espiritualmente destructivos que esclavizan al hombre, y que se personifican en los demonios; o bien, si es que hablamos del pecado en sentido
general, esta rebeldía se personifica en Satanás. Ahora, y para entender mejor qué dice Barth cuando habla de los demonios como representaciones del mal en el lenguaje del mito, éste define al mito como algo que ‹‹objetiva el más-allá en el más-acá››, volviendo más accesible lo sobrenatural al introducirlo y representarlo en el mundo sensible según la comprensión que el hombre tiene de su existencia dividida o, por decirlo de otra manera, llena de dualidades generadoras de tensión, como bien/mal, vida/muerte, cuerpo/alma, etcétera. Todo esto lleva a Barth a decir que los demonios son personificaciones de las fuerzas de ‹‹lo nulo››, aunque no por ello debemos bajar la guardia, porque existen como una realidad, como un poder extraño a la Creación y dirigido contra la voluntad del Creador, en el sentido de que, si bien son simbólicos y míticos, han jugado siempre un rol activo en la historia de las interacciones entre Dios y la Humanidad, ya que, a decir del propio Barth sobre ‹‹lo nulo›› o ‹‹la nada››: ‹‹¡La nada es la mentira! Como tal, existe; y posee cualquier cosa como una especie de sustancia y persona, vitalidad y espontaneidad, fuerza, poder y tendencia. Como mentira, funda y organiza su reino, y los demonios son sus representantes››,
general, esta rebeldía se personifica en Satanás. Ahora, y para entender mejor qué dice Barth cuando habla de los demonios como representaciones del mal en el lenguaje del mito, éste define al mito como algo que ‹‹objetiva el más-allá en el más-acá››, volviendo más accesible lo sobrenatural al introducirlo y representarlo en el mundo sensible según la comprensión que el hombre tiene de su existencia dividida o, por decirlo de otra manera, llena de dualidades generadoras de tensión, como bien/mal, vida/muerte, cuerpo/alma, etcétera. Todo esto lleva a Barth a decir que los demonios son personificaciones de las fuerzas de ‹‹lo nulo››, aunque no por ello debemos bajar la guardia, porque existen como una realidad, como un poder extraño a la Creación y dirigido contra la voluntad del Creador, en el sentido de que, si bien son simbólicos y míticos, han jugado siempre un rol activo en la historia de las interacciones entre Dios y la Humanidad, ya que, a decir del propio Barth sobre ‹‹lo nulo›› o ‹‹la nada››: ‹‹¡La nada es la mentira! Como tal, existe; y posee cualquier cosa como una especie de sustancia y persona, vitalidad y espontaneidad, fuerza, poder y tendencia. Como mentira, funda y organiza su reino, y los demonios son sus representantes››,