Terminada la extraña conversación las chicas comenzaron a preparar el tablero. Y entonces, de algún lugar, empezó a llegar una melodía.La música entró por la ventana, y aunque tenue, empapó el aire como si se comunicara por otro medio que las ondas. Gvilsa se levantó en silencio, rodeó la mesa y comenzó a moverse, muy despacio al principio, casi no podría llamarse bailar.Hutrure la miraba. Le parecía que todas las criaturas hermosas se habían reunido en ella, que la música dibujaba un decorado de mundos que sólo había visto en la literatura, que de un momento a otro iba a surgir bajo la mesa gente pequeña con sombreros diminutos, que entre las patas de las sillas se enroscarían serpientes púrpura, que en la ventana se detendrían pájaros extraños, una mezcla de búhos y otras aves de grandes ojos, y tras ellas, asomándose entre las plumas, los monstruos de la noche, llegando desde el edificio abandonado de la calle 35, atraídos por la poesía y la magia de la música y la danza.La canción era rítmica y suave, descendía desde la ventana de la bruja y se detenía en el aire al encontrar a Gvilsa, que la alejaba flotando hacia las paredes con sus lentos movimientos donde se desmoronaba deslizándose hasta tocar el suelo alimentando las grietas del piso con su extraña sustancia.Había tan poca luz que las esquinas en sombra, despertadas por la música y animadas por los movimientos de la bailarina, cobraban vida y abrían negros ojos observando, oídos negros escuchando, y secos labios negros, cubiertos del polvo de siglos, se movían murmurando en una lengua que un día significó algo.Hutrure asistía maravillado ante la transformación, pues ¿cómo podría llamarse a la mujer que bailaba? No era Gvilsa, sólo algo parecido a ella. *(esperar la pausa)Aunque seguía estando allí, el ritmo de la música se detuvo. Todo quedó en suspenso, como si el mundo contuviera la respiración. Hutrure casi podía sentir cómo algo vivo se asomaba lentamente de entre las sombras buscando lo que había desaparecido, y otras formas, asustadas ante la ausencia, retrocedían escondiéndose entre oscuridades que parecían latir en la misma negrura. Se escuchaba el rumor de pies, de patas, y garras, y el de suaves y ásperas gargantas al preguntar y al responder.Pero Gvilsa seguía uniéndolo todo, mantenía la estructura del sueño con un movimiento de ondulación y rotación, como un planeta vivo que ocupaba la habitación. ¿Qué era aquello en la punta de sus dedos? Si no eran ramas, si no era luz que despertaba al rayo, si no era un rastro de humedad que apagaba la sed del aire seco de emoción y de envidia por no tener cuerpo ni oídos, si no era una ráfaga de amor puro, si no era la demostración de la superioridad de la carne, si no era lo que los demonios tiemblan cuando lo sueñan, si no era nada de eso, ¿qué era?*(esperar la pausa)Entonces la música volvió como al principio, pero el deseo de que volviera hacía que todo fuera aún más hermoso. Juro que Hutrure vio a Gvilsa iluminada desde dentro y que todo lo que había fuera se apagaba dejándola arder en el centro de la sala, que los brazos dejaban una estela, sólida a la vista, donde se trazaban símbolos, y en el aire flotaban patrones y tramas, juro doblemente que la música comenzó a dejar algo parecido a números antes de caer y que el aire se llenó de una locura matemática, y que los datos se disolvían en espuma al encontrar los dedos de Gvilsa, desmoronándose al tacto, rota al fin la lógica que les mantenía unidos. Juro sobre el documento más sagrado que Hutrure estaba seguro de que en la habitación había alguien más, que el grupo humano era cada más pequeño, que no dejaba de crecer lo que no podía existir pero existía, que quizás el espectáculo los había sacado de sus tumbas, de profundas fosas cubiertas de agua, de lugares sin luz.Os hablo a vosotros, seres imposibles, de ojos acostumbrados a la oscuridad, seres que no habéis hecho uso de las piernas desde hace tanto tiempo, monstruos que no os atrevéis a aparecer de entre las plumas, mirad a Gvilsa, no tengáis miedo de su luz, porque es una luz que no sirve para dañar. Es la luz que sanará al mundo. Es la luz de la que un día fue Pásula y concibió un bosque, y cuando este desapareció fue otra, y luego otra, y poco a poco su estela se va apagando, pero lo que ella es no puede desaparecer, o aún no del todo.Baila, Gvilsa, entierra los brazos en el aire y busca la que fuiste y la que eres. Extrae del aire el aliento que dejaste en la antigüedad.Respira.