Acto IV. Ciertas monedas quemadas

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Jinete Volad@r
Miron
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Acto IV. Escena única. Ciertas monedas quemadas​

Salón especial del castillo. Se encuentran Douglas IV, Imre Gaudí y Meshulam Gloeckner sentados alrededor de la mesa redonda. Sobre la mesa hay una moneda de oro grande. Entra Robert.

Robert: (Negando con la cabeza.) No los he encontrado en sus habitaciones, alteza. Especias anda desaparecida desde la noche anterior; Carbón ha desaparecido sin dejar rastro y Pierre II Coin se fue en la manaña sin decir más.

Plomes: Bueno, eso significa que estoy a solo un paso de uno de los tesoros más valiosos de este planeta. (Se gira hacía Imre.) Solo somos tu y yo, Gaudí. Aún no es tarde para rendirte y salvar tu pellejo.

Imre: ¡Ja! Como si fuera una criatura debilucha. El que debería estar rindiéndose eres tu, rey rebelde. Mi poder es más grande que el tuyo.

(Douglas IV los hace callar al darle un grave golpe a la mesa.)

Douglas IV: Ya es tiempo de que calléis sus bocas y escuchéis una vez por todas. Esto no es un juego. (Toma aire por un segundo.) Ayer, a la medianoche, tras discutir sin para con mi consejero, pudimos hacer nuestra decisión final. Ha de saber el ganador que el tesoro esta dentro de aquella puerta. (Señala a una puerta hecha de oro.) El tesoro son puras monedas, puesto a que mi no me gusta guardar diamantes. La cantidad de la cual hablamos es ochocientos cincuenta y ocho coronas noruegas lo cual puede ser traducido como ochenta mil libras esterlinas.

Plomes: Listo. Alemania entra en la lista. Con ese dinero podre construir catorce cañones… ¡Ay! (Douglas le toma de la oreja y se la araña.)

Douglas: Bueno, creo que ya todos tienen claro los detalles, por lo que anunciaré al ganador ahora mismo. (Agarra la llave dorada con las dos manos y se levanta. Robert le ayuda a caminar. Douglas mira a ambos competidores.)

(Imre Gaudí y Meshulam Gloeckner se levantan de sus puestos al mismo tiempo.)

Imre: Alteza, os agradezco todo lo que nos habéis brindado, pero ya estoy harto de esta farsa. Ya se ha terminado la ceremonia para mi y para usted también. (Saca una espada que llevaba escondida en la pierna.) No dejare que ese desperdicio de hombre se haga con tan asombroso tesoro.

(Robert saca también una espada, pero más pequeña. Se pone adelante del rey.)

Robert: ¡Mirad! ¡Maldita sea, mirad! Esto es lo que te ganas por tus estúpidos jueguitos..

(Robert calla. Imre le ha apuñalado en la garganta. El consejero cae al piso, desangrándose. Douglas IV y Plomes solo se limitan a ver.)

Imre: (Dirigiéndose a Plomes.) Después de ese anciano iréis voz. (Plomes le responde con una sonrisa.)

Meshulam: Señor, ¿dónde está el religioso que acompañaba al rey rebelde?

Imre: (Mira con putrefacción a Meshulam.) Nos hemos olvidado del puto enano…

(Se escucha un sonido explosivo. Meshulam cae al suelo, sin vida. Imre mira a una de las puertas, donde provino el sonido. Entra Cachetes a pasos lentos.)

Cachetes: (Mira a Plomes.) Señor, me disculpo por llegar tarde.

Plomes: (Sonriente.) Tu nunca me decepcionas. (Imre se le acerca, le pone el cuchillo sobre la garganta y lo arrastra hasta una esquina.)

Imre: (Con tono de alarma.) No te acerques, ni intentes maldecirme, religioso. La vida de tu señor está en mis manos.

Cachetes: (No le escucha. Se acerca a la puerta de oro.) Gran Señor, ¿por qué os comportáis de esa manera? No hay por que pelear, pues el tesoro se ha ido.

Imre: (Riéndose.) ¿Qué dices? Eso ni tiene el mínimo sentido. Tras esa puerta está el más grande tesoro.

Cachetes: (Le mira de reojo.) O la más grande decepción.

(Cachetes abre la puerta. Adentro hay un mar de fuego. En el fondo del lugar hay un gran agujero el cual era antes una pared. No se ve ningún rastro del tesoro, pero si a un indefenso y quemado Carbón. Sus cachetes están llenos de monedas. Todos se aproximan al lugar del incidente. Imre coge de la garganta a Carbón y lo alza. Carbón vomita las monedas.)

Imre: Respóndeme. (Escupe saliva al hablar.) ¿Quién lo hizo?

Carbón: (Da una horrible risotada.) Os habéis tardado mucho. Él, esa espantosa bestia humana, llegó antes. Os lo dije, pero todos ustedes son iguales que los otros hombres de estas tierras, fértiles y ricas. No importa que tipo de oro sea, ese demonio lo olerá y se lo tragara completico. (Vomita sangre mientras llora.) Y lo peor no es que se haya llevado el oro sino que se haya llevado la vida de la mujer obesa, del pobre príncipe, y más importante, de este hombre que… solo… quería…ser… libre. (Imre lo deja caer al suelo. Al caer, su cuerpo se convierte en polvo y se desliza hasta el agujero en la pared, donde se puede ver arboles quemándose y animales muriéndose.)