Se dice que sentarse bajo sus hojas negras trae mala suerte. Bajo sus ramas, produce un dolor de cabeza insoportable y la sensación de no poder alejarse de él.
Este árbol es raro y único, su corteza es más dura que el acero, de unos dos o tres metros de alto. Sus hojas negras atraen a quien se encuentre cerca de él, son hojas suaves y oscuras como la noche misma. Solo existen tres árboles de este tipo en todo el mundo y se dice que nadie que se haya sentado bajo su sombra ha logrado descansar en paz, sin sentir incomodidad e incluso hasta sentirse observado por una extraña presencia inmaterial. Lo más curioso se halla en lo más alto de la copa del árbol: allí crece una hoja única de color dorado.
No se sabe mucho más acerca de esta particular planta. Cuentan las leyendas que hay rituales para invocar la presencia del árbol de hojas negras, otros dicen que se topan con él sin buscarlo. Se cree que hay tres de ellos porque han sido vistos en reiteradas ocasiones en tres puntos distintos del planeta: uno en el Bosque de Piedra de Shilin (China), otro en el Bosque Impenetrable de Bwindi (Uganda) y el tercero en la Selva Amazónica (América del Sur). Nunca está en un lugar fijo, pero sí se los ha visto varias veces dentro de estos bosques, y dar con uno de ellos pareciera ser más una cuestión de suerte que de invocación.
También se dice que la hoja dorada que crece en lo más alto es mágica y que poseer una hoja dorada del árbol de hojas negras confiere un poder y riquezas inimaginables. No solo hallarlo es una tarea complicada: una vez en presencia de este, obtener su hoja dorada es aún más difícil. Posee abundantes ramas y hojas, no tiene espinas y es tan suave como la seda, lo que supone que escalar hasta la hoja dorada es una tarea sencilla. Pero quienes lo han intentado aseguran que no existe peor horror que tratar de llegar a la cima, que en cada paso en vertical que se da, no se prefiere otra cosa que la muerte misma a seguir escalando por sus ramas. Y aunque se quisiese desistir, tratar de abandonar la empresa es igual de difícil que continuarla, pues aseguran que el deseo de llegar a la hoja única es tan intenso como el deseo de morirse allí mismo. Sienten una atracción sobrenatural por la hoja que los incita a llegar a ella a pesar del sufrimiento que el árbol les produce, y al mismo tiempo ese sufrimiento los paraliza de horror, por lo que quien escala tiende a quedarse inmóvil luchando contra las dos fuerzas opuestas que pujan dentro de su mente perturbada.
La mayoría muere luego de permanecer días petrificados sobre el árbol sin poder descender ni ascender; otros, muy pocos, consiguen descender muy a pesar del deseo que los domina, como se tratase de viciosos a una droga potentísima, y unos cuantos, una ínfima minoría, logran llegar a la cima luego de una agonía inexplicable y hacerse con la hoja, dorada como el mismísimo sol radiante.
El árbol de hojas negras será un misterio por siempre. Algunos le atribuyen poderes divinos, otros dicen que tiene sus raíces en el mismísimo infierno. Pero la única realidad es que encontrártelo puede resultar lo mejor que te pase en la vida o, como en casi todos los casos, la peor desgracia que jamás vayas a vivir.
Este árbol es raro y único, su corteza es más dura que el acero, de unos dos o tres metros de alto. Sus hojas negras atraen a quien se encuentre cerca de él, son hojas suaves y oscuras como la noche misma. Solo existen tres árboles de este tipo en todo el mundo y se dice que nadie que se haya sentado bajo su sombra ha logrado descansar en paz, sin sentir incomodidad e incluso hasta sentirse observado por una extraña presencia inmaterial. Lo más curioso se halla en lo más alto de la copa del árbol: allí crece una hoja única de color dorado.
No se sabe mucho más acerca de esta particular planta. Cuentan las leyendas que hay rituales para invocar la presencia del árbol de hojas negras, otros dicen que se topan con él sin buscarlo. Se cree que hay tres de ellos porque han sido vistos en reiteradas ocasiones en tres puntos distintos del planeta: uno en el Bosque de Piedra de Shilin (China), otro en el Bosque Impenetrable de Bwindi (Uganda) y el tercero en la Selva Amazónica (América del Sur). Nunca está en un lugar fijo, pero sí se los ha visto varias veces dentro de estos bosques, y dar con uno de ellos pareciera ser más una cuestión de suerte que de invocación.
También se dice que la hoja dorada que crece en lo más alto es mágica y que poseer una hoja dorada del árbol de hojas negras confiere un poder y riquezas inimaginables. No solo hallarlo es una tarea complicada: una vez en presencia de este, obtener su hoja dorada es aún más difícil. Posee abundantes ramas y hojas, no tiene espinas y es tan suave como la seda, lo que supone que escalar hasta la hoja dorada es una tarea sencilla. Pero quienes lo han intentado aseguran que no existe peor horror que tratar de llegar a la cima, que en cada paso en vertical que se da, no se prefiere otra cosa que la muerte misma a seguir escalando por sus ramas. Y aunque se quisiese desistir, tratar de abandonar la empresa es igual de difícil que continuarla, pues aseguran que el deseo de llegar a la hoja única es tan intenso como el deseo de morirse allí mismo. Sienten una atracción sobrenatural por la hoja que los incita a llegar a ella a pesar del sufrimiento que el árbol les produce, y al mismo tiempo ese sufrimiento los paraliza de horror, por lo que quien escala tiende a quedarse inmóvil luchando contra las dos fuerzas opuestas que pujan dentro de su mente perturbada.
La mayoría muere luego de permanecer días petrificados sobre el árbol sin poder descender ni ascender; otros, muy pocos, consiguen descender muy a pesar del deseo que los domina, como se tratase de viciosos a una droga potentísima, y unos cuantos, una ínfima minoría, logran llegar a la cima luego de una agonía inexplicable y hacerse con la hoja, dorada como el mismísimo sol radiante.
El árbol de hojas negras será un misterio por siempre. Algunos le atribuyen poderes divinos, otros dicen que tiene sus raíces en el mismísimo infierno. Pero la única realidad es que encontrártelo puede resultar lo mejor que te pase en la vida o, como en casi todos los casos, la peor desgracia que jamás vayas a vivir.